viernes, 29 de enero de 2021

DESTINO – LA SAGA WINX: LAS HADAS CRECEN

Destino: La saga Winx (primera temporada). Directores: Lisa James Larsson, Hannah Quinn, Stephen Woolfenden. Protagonistas: Abigail Cowen (Bloom Peters), Hannah van der Westhuysen (Stella), Precious Mustapha (Aisha), Eliot Salt (Terra Harvey), Elisha Applebaum (Musa), Danny Griffin (Sky), Sadie Soverall (Beatrix), Freddie Thorp (Riven), Eva Birthistle (Vanessa Peters), Robert James-Collier (Saul Silva) y Eve Best (Farah Dowling), entre otros. Guionistas: Brian Young, Speed Weed, Victoria Bata, Nicole R. Levy, basados en personajes y situaciones creados por Iginio Straffi. Desarrollado para TV por: Brian Young e Iginio Straffi. Archery Pictures / Young Blood Productions / Rainbow S.p.A. (ViacomCBS). Italia / Reino Unido, 2021. Estreno en la Argentina: Disponible en Netflix desde el 22 de enero de 2021.


No soy fanático de las Winx, pero me las conozco (casi) de memoria. Desde que mi hija las descubrió cuando tenía dos años, nunca dejó de ver (y volver a ver) la serie y las películas animadas, por tele y/o en DVD. Nunca dejó de hacerme leer (y volver a leer) los cómics en italiano y francés. Y hasta hace un tiempito, todavía seguía jugando con las muñecas articuladas, los vestidos y algún que otro merchandising oficial que pudimos conseguir.


Así que, once años después, al enterarse de que Netflix iba a hacer una serie con personas de las Winx, mi hija empezó a salirse de la vaina por verla. Y cuando llegó el día, se puso como loca. Como loca, por la emoción de encontrar a uno de sus primeros consumos culturales elegidos voluntariamente, reconvertido en un drama adolescente de corte fantástico, dirigido milimétricamente al corazón de su actual mundo de pertenencia, sin descuidar el apego empático a su nostalgia infantil.


Y como loca, también, porque Destino: La saga Winx (Fate: The Winx Saga) había decidido cambiar algunas cosas que, según su alma de fanática devota, no deberían haberse cambiado. Lo cierto es que se pasó los seis episodios (en modo cuasi maratónico) despotricando contra la serie que estaba aplaudiendo de pie. Y todavía sigue así, amando esta nueva encarnación de las Winx por el enfoque algo más adulto (y dark), que dota a la franquicia de cierto atractivo contemporáneo. Y odiando esta nueva encarnación de las Winx, por haber extirpado la liviandad naif (y un poco fashionista) del original, esa que la hizo engancharse al dibujo animado estrenado en Italia allá por 2004.


Más autoconcientes de la existencia de Harry Potter y de los paradigmas hádicos instalados por Disney, las Winx modelo 2021 aparecen encorsetadas por el vigente mandato comercial de empoderamiento femenino frente a los paradigmas patriarcales. En ese sentido, aplaudo la decisión de crear una nueva Winx con problemas de sobrepeso, bastante alejada del clásico imaginario renacentista, pero me hace ruido que se hayan anulado las raíces latina y asiática que exhibían algunas de las hadas animadas. Se ve que, aun en este contexto de corrección política, sigue habiendo modelos más incluibles que otros.
Fernando Ariel García

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