El bosque siniestro. Director: Jason Zada. Protagonistas: Natalie Dormer, Taylor Kinney, Yukiyoshi Ozawa. Guionistas: Nick Antosca, Sarah Cornwell, Ben Ketai. AI-Film / Lava Bear Films. EE.UU., 2016. Estreno en la Argentina: 25 de febrero.
Mar de árboles. Así se conoce popularmente al bosque de Aokigahara, verde extensión de 35 km² ubicada al noroeste de la base del Monte Fuji. En ese lugar tan bello como tétrico, las familias más desprotegidos del Japón feudal, azotadas por epidemias y hambrunas varias, abandonaban a los ancianos que no podían alimentar para que mueran de muerte natural. De esta práctica eutanásica florecieron miles de historias pobladas por los yūrei, fantasmas enojados que vuelven una y otra vez, por motivos tan distintos como la venganza y el amor.
Desde la década del ’50, además, el bosque se ha convertido en el lugar elegido por los japoneses dispuestos a suicidarse. Ahorcándose, la mayoría de ellos, después de dejar una cinta que sirva de guía a las patrullas policiales y el ejército de voluntarios que, una o dos veces al año, se internan por los caminos para retirar los cuerpos. Por esta razón, al mar de árboles también se lo llama Bosque de los suicidas.
Partiendo de esta premisa real (ya transitada por la literatura, el cine y el cómic), Jason Zada hilvana de manera bastante gruesa y superficial El bosque siniestro (The Forest), película yanqui de terror que parece la fallida remake de una película de terror japonesa jamás filmada (o sí, no tengo idea). Apoyándose en el catálogo de recursos visuales canónicos para generar tensión y sobresaltos en la platea, los lugares comunes se van concatenando hasta llegar al final estándar del género.
Pensada y milimétricamente ejecutada para satisfacer los gustos en bucle de los fanáticos más fanáticos, El bosque siniestro intenta armar una historia alrededor de una mujer norteamericana (Natalie Dormer), que viaja al Japón tras recibir la noticia de que su hermana gemela se ha internado en el bosque con la intención de suicidarse. Allí, gracias a la providencial aparición de un periodista australiano que habla japonés (Taylor Kinney), empezarán a perderse por el bosque serbio que hace del bosque japonés, intentando (con todas las armas a su disposición) que el espectador se suicide antes de llegar al final.
Recomendamos dejar los cinturones en la entrada de la sala.
Fernando Ariel García
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