lunes, 24 de febrero de 2014

INODORO PEREYRA: CIVILIZACIÓN Y BARBARIE

Inodoro Pereyra Vol. 1-2. Autor: Roberto Fontanarrosa. Portada: Roberto Fontanarrosa. 228 páginas en blanco y negro. Editorial Planeta. ISBN: 978-950-49-3797-5. Argentina, febrero de 2014.

¡Que lo parió! Cuánto ruido me hace el tener que leer a Fontanarrosa a través de Editorial Planeta y el diario La Nación, cuando él mismo había dicho (y en más de una ocasión) que sus lugares editoriales en el mundo eran De la Flor y Clarín. Entiendo que la familia tiene todo el derecho (y la potestad) para cambiar lo que quiera cambiar, pero me sabe a traición (palabra jodida si las hay) a las decisiones tomadas y mantenidas por el autor desde el sentido de pertenencia que le generaba la amistad. Una actitud que no le hubiera caído nada bien al último Inodoro Pereyra, que entendía al mundo sólo a través de la risa; y mucho menos a este primerizo gaucho bravío y corajudo, dispuesto a pelar el facón por causas menos trascendentes que la lealtad.


Sacando este prurito personal, la incorporación de Inodoro Pereyra a la Biblioteca Fontanarrosa que cada domingo ofrece como compra opcional La Nación, cumple con la necesidad de mantener disponible una de las obras fundamentales del noveno arte argentino. Siempre fresca, siempre contundente, siempre nueva, la historieta de Fontanarrosa sabe sobreponerse a todo, incluso a esta edición que minimiza su propuesta gráfica a la medida de un bolsilibro (15 x 15 cm.), pero multiplica las páginas de cada entrega al presentar dos de los volúmenes originales de De la Flor (y de la nueva versión de Planeta) por tomo.


Bien lejos de las que terminarían siendo sus encarnaciones definitivas, estas primeras apariciones de Pereyra, Mendieta y la Eulogia (publicadas originalmente a partir de 1972 en la mítica revista cordobesa Hortensia y, desde 1974, en Mengano), no basan su identidad en la catarata imparable de chistes con un remate global, sino que van construyendo sus perfiles dramáticos al irse enhebrando entre la atmósfera poética de un relato que asume su deuda con el género gauchesco y su máximo exponente, el Martín Fierro, desde un lugar de paródico respeto hacia los arquetipos que procede a desmitificar bajo el prisma de la comedia de aventuras.


Humanizada por el filtro de la picardía criolla, la mitología folklórica instaurada mediante la literatura, el cine, el teatro y la música, aparece traducida por Fontanarrosa en múltiples giros idiomáticos, juegos de palabras, frases hechas que reivindican el carácter icónico de los tópicos clásicos (la pulpería, la luz mala, las tolderías y los malones, las payadas, los duelos criollos, el lobizón), maridándolos con nostálgica melancolía tanguera y un lenguaje culto, cultivado, que remite a la poética literaria del llamado “Boom Latinoamericano”: Vanguardista desarrollo no lineal del tiempo, ruptura de los límites entre lo fantástico y lo cotidiano, la reafirmación de la identidad nacional y regional desde un cambio de paradigma historiográfico.


Gaucho con cierta conciencia de clase, emisor de apuntes críticos a la coyuntura sociopolítica del momento, este Inodoro Pereyra entronca gráficamente con las ilustraciones de Juan Carlos Castagnino para la edición del Martín Fierro de Eudeba (1962) e, ideológicamente, con los valores reivindicados por el revisionismo histórico y su abordaje crítico sobre la instituida mirada al pasado. Tanto en las entregas autoconclusivas como en la primera larga historia serializada de la saga, Fontanarrosa maneja con manos maestras el balance entre lo popular y lo culto, tomando lo mejor de ambos mundos para iluminar un universo superador de las partes que lo conforman. Truco de raíz borgeana, marcado por el peso existencialista del destino, que sirve para dirimir (de una manera) la tensión dialéctica entre civilización y barbarie, polos opuestos y complementarios que, parecería, siguen determinando nuestra argentinidad.
Fernando Ariel García

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