Uno de los principales forjadores del noveno arte azteca, Joaquín Cervantes Bassoco llenó de alegría y fantasías los años formativos de varias generaciones de niños que encontraron, en las historietas, el primer acceso al mundo de la lectura. Rubén Eduardo Soto Díaz nos brinda este perfil del artista que ayudó a consolidar una industria.
Hubo un lapso en que los mexicanos leían compulsivamente. Leían los niños y los adultos, los hombres y las mujeres, los burócratas y los desempleados; y además todos leían lo mismo. Es decir, leían los famosos pepines. El nombre genérico de pepines era aplicado a las variadas publicaciones de historietas seriadas que inundaban los puestos de periódicos, entre ellas Paquín, Chamaco, Pinocho, el mismo Pepín, Paquito. Casi todas tenían, además, versiones Chica y Grande (de acuerdo con sus tamaños de presentación). Se trataba de publicaciones diarias y en conjunto superaban por mucho el millón de ejemplares en circulación, un caso único en el desarrollo del cómic mundial. Cada ejemplar era prácticamente devorado por una decena de lectores, incluso había niños que ansiaban aprender a leer para poder también disfrutar como sus mayores.
Esa época ha sido llamada, con toda justicia, la Época Dorada de la historieta mexicana; y tuvo su mayor esplendor entre los años 1940 y 1950, aunque obviamente se gestó unos años antes y concluyó otros más tarde. Dos fueron las publicaciones icónicas del periodo, el Pepín editado por José García Valseca; y el Chamaco publicado por Ignacio Herrerías, aunque no debemos dejar de mencionar que fue Paquín, de Francico Sayrols, la revista que abrió la brecha para el desarrollo de esta industria de tinta y papel.
Esa época ha sido llamada, con toda justicia, la Época Dorada de la historieta mexicana; y tuvo su mayor esplendor entre los años 1940 y 1950, aunque obviamente se gestó unos años antes y concluyó otros más tarde. Dos fueron las publicaciones icónicas del periodo, el Pepín editado por José García Valseca; y el Chamaco publicado por Ignacio Herrerías, aunque no debemos dejar de mencionar que fue Paquín, de Francico Sayrols, la revista que abrió la brecha para el desarrollo de esta industria de tinta y papel.
Dos de las revistas fundacionales de la Epoca Dorada de la historieta mexicana
Cada uno de estos “establos” tenía sus “vacas sagradas”, dicho sea con todo respeto. En Pepín brillaban Gabriel Vargas con Los Superlocos, José G. Cruz con sus historias de arrabal realizadas primero en medio tono y luego en fotonovela, Antonio Gutiérrez con Don Proverbio, Pancho Flores con su Gitanillo y Yolanda Vargas Dulché con Almas de niño. Por otra parte, en Chamaco, los hacedores de delicias eran Rafael Araiza con A batacazo limpio, Germán Butze con Los Supersabios, Gaspar Bolaños con Rolando el Rabioso; y Joaquín Cervantes Bassoco con Tirando a gol. Conste que sólo menciono algunos cuantos, porque eran muchos más; y había otro tanto de artistas en las reservas. Esto es, los aspirantes se preparaban en el estudio de algún importante historietista, en espera de una oportunidad para figurar en las páginas de las revistas consagradas. Ramón Valdiosera Berman, quien triunfó como historietista tanto en Chamaco (El Ladrón de Bagdad y Alex) como en Pepín (Relámpago Kid y Oreja y Rabo), fue uno de los artistas mexicanos que se preocupó por impulsar un estudio donde se formaran y foguearan nuevos artistas del cómic. Cabe aclarar que los artistas mexicanos de la historieta de esta etapa promediaban los veinte años; y aunque se habían inspirado en los cómics norteamericanos de Harold Foster (Tarzán), Milton Caniff (Terry y los piratas) y Alex Raymond (Flash Gordon), las historietas que desarrollaron fueron un producto netamente mexicano.
Por otra parte, el ritmo de trabajo al que eran sometidos los artistas hizo que en breve tiempo adquirieran una destreza y rapidez sorprendente para la realización de sus historias gráficas. Por desgracia, mientras desarrollaban esas habilidades, los editores buscaban la manera de escamotearles sus derechos autorales, intentando obtener el mayor beneficio a cambio de una miseria en el pago del trabajo creativo. Podemos asegurar que el cobro de regalías por parte de los historietistas en esa época fue nulo. Y lo peor, cuando un artista protestaba o solicitaba una mejoría en las condiciones de trabajo, era sin más despedido y además boletinado su nombre a las otras empresas para que no se le contratara. Hubo también un tiempo en que los editores amenazaban de muerte a sus trabajadores para que no se les ocurriera irse a trabajar a las revistas de la competencia. Así pues, el auge de la historieta mexicana propició una explotación acentuada de los artistas mexicanos; y generó entre los editores una suerte de mafias que conllevó prácticas gangsteriles para conservar cada cual sus cotos de poder.
Pero dejemos a un lado este oscuro costado de la Época Dorada; y hablemos de uno de los artistas más importantes de esta etapa, el maestro Joaquín Cervantes Bassoco.
Por otra parte, el ritmo de trabajo al que eran sometidos los artistas hizo que en breve tiempo adquirieran una destreza y rapidez sorprendente para la realización de sus historias gráficas. Por desgracia, mientras desarrollaban esas habilidades, los editores buscaban la manera de escamotearles sus derechos autorales, intentando obtener el mayor beneficio a cambio de una miseria en el pago del trabajo creativo. Podemos asegurar que el cobro de regalías por parte de los historietistas en esa época fue nulo. Y lo peor, cuando un artista protestaba o solicitaba una mejoría en las condiciones de trabajo, era sin más despedido y además boletinado su nombre a las otras empresas para que no se le contratara. Hubo también un tiempo en que los editores amenazaban de muerte a sus trabajadores para que no se les ocurriera irse a trabajar a las revistas de la competencia. Así pues, el auge de la historieta mexicana propició una explotación acentuada de los artistas mexicanos; y generó entre los editores una suerte de mafias que conllevó prácticas gangsteriles para conservar cada cual sus cotos de poder.
Pero dejemos a un lado este oscuro costado de la Época Dorada; y hablemos de uno de los artistas más importantes de esta etapa, el maestro Joaquín Cervantes Bassoco.
Bassoco, retratado en una portada de su personaje más famoso, Tawa
Bassoco nació en el antiguo pueblo de Portales (Distrito Federal) el 11 de marzo de 1918. De niño, sus padres lo alentaron a que aprendiera a tocar el violín, instrumento que llegó a dominar pero que abandonó por su afición al fútbol. No obstante, fueron los cómics publicados en las secciones dominicales de los periódicos los que le despertaron el interés por adentrarse en el fantástico mundo de la historieta. Eso lo animó a ingresar a la Academia de San Carlos, institución de donde salían los artistas pintores y escultores más respetados de la época.
De las historietas de los dominicales hubo una que cautivó en forma muy particular a Bassoco: El Tarzán de Edgar Rice Burroughs dibujado por Harold Foster. Esta historieta lo inspiro para crear su primer personaje, Wama (El hijo de la luna).
Wama es un hombre que crece en una selva fantástica en donde abundan animales igualmente fantasiosos. Sus principales enemigos son los hombres gorila. A esa selva no tarda en llegar la bella Glory Morris, en una nave averiada, junto con su padre y su hermano. Mientras los familiares de Glory sucumben bajo las garras de los monstruos de la selva, Wama le salva la vida a la chica que se convertirá en su futura compañera, alegrándole así sus solitarios días.
Este inicial calco de Tarzán fue rechazado por los editores de Chamaco que, sin mayor consideración, mandaron a Bassoco a “vender pepitas”, según nos confesó el propio Joaquín en una entrevista. Por cierto, quien lo corrió fue José Martínez Estrada, entonces director de la publicación, que muchos años después se convertiría en multi compadre del artista, pues Cervantes Bassoco le bautizaría a sus cinco hijos.
En 1937 Bassoco hizo sus pininos historietiles publicando sus Aventuras de Exploradores en la revista Palomilla, publicada con patrocinio de la Secretaría de Educación Pública. Los dos años siguientes, dibujó varios cartones realizando una versión en historieta de la novela de Miguel Zevaco, Los amantes de Venecia o el Puente de los Suspiros. Estos cartones tuvieron mayor suerte y pasaron a ser publicados en la revista Hércules. Bassoco también trabajó en una versión más elaborada de su Wama, que pasó a formar parte de los contenidos de Mundial, revista editada por el periódico La Prensa.
Sin embargo, Cervantes Bassoco reconoció como el inicio de su carrera profesional su entrada al diario de toros y deportes La Afición, el 16 de julio de 1940, cuando dio a conocer la primera tira cómica de la serie Pies Planos. Esta tira se publicará diariamente durante dos años, relatando la historia de Slub Martin, un boxeador que casi siempre que está a punto de ganar una pelea, recibe las mofas del público por sus enormes pies, se sale de sus cabales e, invariablemente, se desconcentra y pierde los combates.
Pies Planos se convirtió en la tira favorita de los lectores de La Afición. Acorde con la línea editorial de la publicación, después de triunfar en el Box, Slub Martin incursionó en el fútbol, donde pronto se convirtió en una estrella del deporte de las patadas. Y sin más, al poco tiempo, Pies Planos (que pasó a llamarse La Pantera Blanca) fue transformado en un consumado gladiador de la lucha libre. A Bassoco, esos dos años de éxito le valieron para que el director de Chamaco lo invitara a colaborar en las páginas de esta prestigiada revista del consorcio de Ignacio Herrerías. Bassoco se hizo rogar un poco, recordándole al director Martínez Estrada aquella vez que lo mandó a vender pepitas, pero finalmente el 2 de diciembre de 1942 dejó de publicar en La Afición y se integró al equipo de artistas del Chamaco.
Desde 1939, Chamaco se publicaba diariamente y era considerado el primer diario de historietas del mundo. Inicialmente incluía tiras cómicas compradas a los servicios norteamericanos, pero paulatinamente estas fueron sustituidas por historias gráficas realizadas por artistas mexicanos. Así, en 1942, Cervantes Bassoco cumplió su sueño de trabajar al lado de los historietistas que más admiraba.
De 1942 a 1952, prácticamente toda la época dorada de la historieta mexicana, Joaquín Cervantes Bassoco colaboró en Chamaco, desarrollando historias y personajes de notable éxito. Al principio, pudimos apreciar su inconfundible estilo dibujando Anoche soñé que…, una sección en la que colaboraba el público enviando sus historias. Bassoco encaró este trabajo con entusiasmo, pues su obra estaba impregnada de lo que hoy llamaríamos surrealismo innato. Al poco tiempo, Cervantes Bassoco empezó a desarrollar la nueva serie Tirando a gol, que debutó en noviembre de 1943 y fue su primer éxito en Chamaco.
En la primera etapa de Tirando a gol el personaje principal es Tom Sullivan, jugador del New York Foot Ball Club en lucha contra los malvados que no quieren su ingreso al equipo titular, mientras combate a la mafia que se genera alrededor de este deporte. Todo esto, sin menoscabo del desarrollo y descripción de emocionantes y cardíacos encuentros deportivos.
De las historietas de los dominicales hubo una que cautivó en forma muy particular a Bassoco: El Tarzán de Edgar Rice Burroughs dibujado por Harold Foster. Esta historieta lo inspiro para crear su primer personaje, Wama (El hijo de la luna).
Wama es un hombre que crece en una selva fantástica en donde abundan animales igualmente fantasiosos. Sus principales enemigos son los hombres gorila. A esa selva no tarda en llegar la bella Glory Morris, en una nave averiada, junto con su padre y su hermano. Mientras los familiares de Glory sucumben bajo las garras de los monstruos de la selva, Wama le salva la vida a la chica que se convertirá en su futura compañera, alegrándole así sus solitarios días.
Este inicial calco de Tarzán fue rechazado por los editores de Chamaco que, sin mayor consideración, mandaron a Bassoco a “vender pepitas”, según nos confesó el propio Joaquín en una entrevista. Por cierto, quien lo corrió fue José Martínez Estrada, entonces director de la publicación, que muchos años después se convertiría en multi compadre del artista, pues Cervantes Bassoco le bautizaría a sus cinco hijos.
En 1937 Bassoco hizo sus pininos historietiles publicando sus Aventuras de Exploradores en la revista Palomilla, publicada con patrocinio de la Secretaría de Educación Pública. Los dos años siguientes, dibujó varios cartones realizando una versión en historieta de la novela de Miguel Zevaco, Los amantes de Venecia o el Puente de los Suspiros. Estos cartones tuvieron mayor suerte y pasaron a ser publicados en la revista Hércules. Bassoco también trabajó en una versión más elaborada de su Wama, que pasó a formar parte de los contenidos de Mundial, revista editada por el periódico La Prensa.
Sin embargo, Cervantes Bassoco reconoció como el inicio de su carrera profesional su entrada al diario de toros y deportes La Afición, el 16 de julio de 1940, cuando dio a conocer la primera tira cómica de la serie Pies Planos. Esta tira se publicará diariamente durante dos años, relatando la historia de Slub Martin, un boxeador que casi siempre que está a punto de ganar una pelea, recibe las mofas del público por sus enormes pies, se sale de sus cabales e, invariablemente, se desconcentra y pierde los combates.
Pies Planos se convirtió en la tira favorita de los lectores de La Afición. Acorde con la línea editorial de la publicación, después de triunfar en el Box, Slub Martin incursionó en el fútbol, donde pronto se convirtió en una estrella del deporte de las patadas. Y sin más, al poco tiempo, Pies Planos (que pasó a llamarse La Pantera Blanca) fue transformado en un consumado gladiador de la lucha libre. A Bassoco, esos dos años de éxito le valieron para que el director de Chamaco lo invitara a colaborar en las páginas de esta prestigiada revista del consorcio de Ignacio Herrerías. Bassoco se hizo rogar un poco, recordándole al director Martínez Estrada aquella vez que lo mandó a vender pepitas, pero finalmente el 2 de diciembre de 1942 dejó de publicar en La Afición y se integró al equipo de artistas del Chamaco.
Desde 1939, Chamaco se publicaba diariamente y era considerado el primer diario de historietas del mundo. Inicialmente incluía tiras cómicas compradas a los servicios norteamericanos, pero paulatinamente estas fueron sustituidas por historias gráficas realizadas por artistas mexicanos. Así, en 1942, Cervantes Bassoco cumplió su sueño de trabajar al lado de los historietistas que más admiraba.
De 1942 a 1952, prácticamente toda la época dorada de la historieta mexicana, Joaquín Cervantes Bassoco colaboró en Chamaco, desarrollando historias y personajes de notable éxito. Al principio, pudimos apreciar su inconfundible estilo dibujando Anoche soñé que…, una sección en la que colaboraba el público enviando sus historias. Bassoco encaró este trabajo con entusiasmo, pues su obra estaba impregnada de lo que hoy llamaríamos surrealismo innato. Al poco tiempo, Cervantes Bassoco empezó a desarrollar la nueva serie Tirando a gol, que debutó en noviembre de 1943 y fue su primer éxito en Chamaco.
En la primera etapa de Tirando a gol el personaje principal es Tom Sullivan, jugador del New York Foot Ball Club en lucha contra los malvados que no quieren su ingreso al equipo titular, mientras combate a la mafia que se genera alrededor de este deporte. Todo esto, sin menoscabo del desarrollo y descripción de emocionantes y cardíacos encuentros deportivos.
Para abril de 1944, conmemorando que Tirando a gol alcanzaba las mil páginas, Cervantes Bassoco creó a uno de sus más entrañables personajes: El Pirata Negro. El autor hizo que el Pirata Negro ingrese al popular equipo Necaxa (1), El Campeonísimo, el también llamado equipo de los “Once Hermanos”: Raúl Pipiolo Estrada, Pichojos Pérez, Toño Aspiri, Chamaco García, Hilario López, Poeta Lozano, Abuelo Camarena, Calavera Ávila, Marcial Ranchero Ortiz, Chino López y Perro Ortega. Todos ellos, más Horacio Casarín, hicieron amistad con Bassoco y en no pocas ocasiones los aclamados jugadores fueron personajes de la también exitosa historieta.
Los "Once Hermanos" del gol
El ciclo de Tirando a gol terminó en febrero de 1946, después de haber llegado a nada menos que 3.200 páginas. Siempre en Chamaco, Cervantes Bassoco rehabilitó a sus primeros personajes, publicando nuevamente a Pies Planos y, más tarde, a Wama. En esta última, Bassoco se mantuvo fiel a su argumento inicial, cambiando sólo el nombre de Glory Morris por el latino Lupita. No sé si la palabra guamazo (2) tiene algo que ver con Wama, pero lo que sí es cierto es que El Hijo de la Luna llegó a ser tan popular entre los lectores de Chamaco como sus anteriores creaciones.
Joaquín Cervantes Bassoco fue un historietista completo, pues escribió sus historias y además las argumentó, al igual que sus colegas German Butze, Gaspar Bolaños, Rafael Araiza y Gabriel Vargas. Posteriormente, los editores procurarían que este tipo de historietistas no se desarrollaran, probablemente para tener mayor control sobre los derechos autorales de las obras. De esta manera, los editores podrían encargar historias a argumentistas por una parte y contratar dibujantes por la otra. Así, en el momento en que lo desearan, podían sustituir al escritor o al dibujante; y como siempre tenían relevos en espera, ejercerían su control absoluto sobre la historieta. A la postre, esta práctica llevó a la ruina a la historieta mexicana, pues los personajes pasaron a ser un producto maquilado y sin el alma, espíritu y corazón que les imponían los artistas creativos.
Para principios de la década de los ‘50, los editores del Pepín y el Chamaco ya habían amasado cuantiosas fortunas; y sus intereses se orientaron hacia la línea del periodismo de información y el deporte. Con el dinero de los pepines y chamacos, se consolidaron los consorcios de la cadena de periódicos encabezada por El Sol de México, Novedades y el diario deportivo Esto. Los pepines devinieron una carga para los editores; y Pepín se extinguió en 1957, mientras que Chamaco (a sugerencia de Sealtiel Alatriste y Laura Bolaños) se transformó en un libro mensual de novelas románticas, confeccionado con el conjunto de los episodios publicados previamente en la revista. Este último intento tuvo tanto éxito que pasó a publicarse quincenalmente hasta finalmente convertirse en La Novela Semanal.
Ante el derrumbe de Pepín y Chamaco, los historietistas mexicanos quedaron en el desamparo, negándoseles las indemnizaciones, retiros o apoyos de cualquier tipo. No obstante, esto los impulsó a trabajar con imaginación para recuperar a sus extraviados lectores, incluso probando suerte como editores. Muy pocos alcanzaron el éxito, pero sólo después de sobrevivir a casi una década de altibajos.
Uno de los primeros en independizarse fue José G. Cruz, que inició una aventura editorial llamada Muñequita, donde trabajaron Pancho Flores, Leopoldo Zea Salas y Francisco Palencia. Pero fue su editorial Ediciones José G. Cruz la que llegó a tener un éxito inusitado al publicar una serie de historietas encabezadas por las aventuras de Santo. El enmascarado de Plata, seguidas después por las revistas de Juan Sin Miedo y El Valiente, gratamente acogidas por los lectores.
Guillermo de la Parra y Yolanda Vargas Dulché unieron también sus talentos para fundar Editorial Argumentos, que no despegó hasta que se integró con ellos Antonio Gutiérrez. Toño Gutiérrez venía de una poca afortunada experiencia editorial, había intentado publicar por cuenta propia su famoso Don Proverbio, antiguo éxito del Pepín. En 1953, Germán Butze publicó su historieta Los Supersabios como revista de 32 páginas a todo color en Publicaciones Herrerías, la misma casa editorial del Chamaco. También Don Gabriel Vargas ubicó su historieta La Familia Burrón en Paquito presenta…, el último de los bastiones historietiles de García Valseca. Ese mismo año, otros dibujantes se asociaron con José Martínez Estrada, el antiguo director de Chamaco, dando origen a la Corporación Editorial Mexicana (CEM) y publicaron en historietas independientes sus anteriores éxitos: Juan Reyes Béiker resucitó El Monje Loco, Gaspar Bolaños su Rolando El Rabioso, Rafael Araiza su Currito de Arrabal, y Joaquín Cervantes Bassoco llegó a publicar tres títulos distintos en la misma semana: El Pirata Negro, Pies Planos y Wama, el Hijo de la Luna, otro hecho sin precedentes en la historia del cómic mundial. Para alcanzar este nivel de producción sin perder calidad, Bassoco contó con la colaboración de César Garduño España y Antonio Cabrales.
Joaquín Cervantes Bassoco fue un historietista completo, pues escribió sus historias y además las argumentó, al igual que sus colegas German Butze, Gaspar Bolaños, Rafael Araiza y Gabriel Vargas. Posteriormente, los editores procurarían que este tipo de historietistas no se desarrollaran, probablemente para tener mayor control sobre los derechos autorales de las obras. De esta manera, los editores podrían encargar historias a argumentistas por una parte y contratar dibujantes por la otra. Así, en el momento en que lo desearan, podían sustituir al escritor o al dibujante; y como siempre tenían relevos en espera, ejercerían su control absoluto sobre la historieta. A la postre, esta práctica llevó a la ruina a la historieta mexicana, pues los personajes pasaron a ser un producto maquilado y sin el alma, espíritu y corazón que les imponían los artistas creativos.
Para principios de la década de los ‘50, los editores del Pepín y el Chamaco ya habían amasado cuantiosas fortunas; y sus intereses se orientaron hacia la línea del periodismo de información y el deporte. Con el dinero de los pepines y chamacos, se consolidaron los consorcios de la cadena de periódicos encabezada por El Sol de México, Novedades y el diario deportivo Esto. Los pepines devinieron una carga para los editores; y Pepín se extinguió en 1957, mientras que Chamaco (a sugerencia de Sealtiel Alatriste y Laura Bolaños) se transformó en un libro mensual de novelas románticas, confeccionado con el conjunto de los episodios publicados previamente en la revista. Este último intento tuvo tanto éxito que pasó a publicarse quincenalmente hasta finalmente convertirse en La Novela Semanal.
Ante el derrumbe de Pepín y Chamaco, los historietistas mexicanos quedaron en el desamparo, negándoseles las indemnizaciones, retiros o apoyos de cualquier tipo. No obstante, esto los impulsó a trabajar con imaginación para recuperar a sus extraviados lectores, incluso probando suerte como editores. Muy pocos alcanzaron el éxito, pero sólo después de sobrevivir a casi una década de altibajos.
Uno de los primeros en independizarse fue José G. Cruz, que inició una aventura editorial llamada Muñequita, donde trabajaron Pancho Flores, Leopoldo Zea Salas y Francisco Palencia. Pero fue su editorial Ediciones José G. Cruz la que llegó a tener un éxito inusitado al publicar una serie de historietas encabezadas por las aventuras de Santo. El enmascarado de Plata, seguidas después por las revistas de Juan Sin Miedo y El Valiente, gratamente acogidas por los lectores.
Guillermo de la Parra y Yolanda Vargas Dulché unieron también sus talentos para fundar Editorial Argumentos, que no despegó hasta que se integró con ellos Antonio Gutiérrez. Toño Gutiérrez venía de una poca afortunada experiencia editorial, había intentado publicar por cuenta propia su famoso Don Proverbio, antiguo éxito del Pepín. En 1953, Germán Butze publicó su historieta Los Supersabios como revista de 32 páginas a todo color en Publicaciones Herrerías, la misma casa editorial del Chamaco. También Don Gabriel Vargas ubicó su historieta La Familia Burrón en Paquito presenta…, el último de los bastiones historietiles de García Valseca. Ese mismo año, otros dibujantes se asociaron con José Martínez Estrada, el antiguo director de Chamaco, dando origen a la Corporación Editorial Mexicana (CEM) y publicaron en historietas independientes sus anteriores éxitos: Juan Reyes Béiker resucitó El Monje Loco, Gaspar Bolaños su Rolando El Rabioso, Rafael Araiza su Currito de Arrabal, y Joaquín Cervantes Bassoco llegó a publicar tres títulos distintos en la misma semana: El Pirata Negro, Pies Planos y Wama, el Hijo de la Luna, otro hecho sin precedentes en la historia del cómic mundial. Para alcanzar este nivel de producción sin perder calidad, Bassoco contó con la colaboración de César Garduño España y Antonio Cabrales.
En 1959 Bassoco se integró a Editorial Argumentos; y contribuyó al despegue de esta casa editorial con su nuevo héroe, Tawa el Hombre Gacela. El inicio de los sesentas marcó un resurgimiento de la historieta mexicana, que logró capturar a los públicos de habla hispana allende nuestras fronteras, tanto del centro y sur de nuestra América como los de España. Fueron los años de Chanoc, Memín Pinguín, Lágrimas, Risas y Amor, Kaliman, Fantomas, El Payo, Los Supermachos y muchos otros.
México está en deuda con los artistas que llenaron una época en la que fuimos un verdadero país de lectores, dicho esto sin ninguna intención demagógica. Hay quienes se congratulan de que todo esto haya desaparecido, pues consideran que nada aportó a la cultura. Pero los más, aquellos que no tienen tribunas para expresar sus voces, agradecen desde lo más profundo de sus sentimientos a esos artistas que los hicieron pasar gratos momentos, llevándolos a volar con las alas de la imaginación a mundos insospechados.
México está en deuda con los artistas que llenaron una época en la que fuimos un verdadero país de lectores, dicho esto sin ninguna intención demagógica. Hay quienes se congratulan de que todo esto haya desaparecido, pues consideran que nada aportó a la cultura. Pero los más, aquellos que no tienen tribunas para expresar sus voces, agradecen desde lo más profundo de sus sentimientos a esos artistas que los hicieron pasar gratos momentos, llevándolos a volar con las alas de la imaginación a mundos insospechados.
Página interior de Tawa
Joaquín Cervantes Bassoco falleció el viernes 18 de enero de 2008. Yo lo conocí en su casa de Naucalpan, cuando lo invité a inaugurar el Museo de la Caricatura y la Historieta (MUCAHI) en la ciudad de Cuautla, Morelos, en el 2000. El maestro accedió con agrado a acompañarnos y, previo a la inauguración, el pueblo le rindió un sencillo pero emotivo homenaje. Ese día lo acompañó su esposa, Catalina Mora; y uno de sus colaboradores, Benjamín Orozco, dibujante y portadista de Tawa y El Pirata Negro. También lo acompañaron sus amigos Antonio Gutiérrez Sixto Valencia y muchos otros historietistas más.
El MUCAHI tiene en resguardo gran parte de la vasta obra del maestro Joaquín Cervantes Bassoco. Estamos a la espera de que alguna institución o autoridad se anime a realizarle un merecido y digno homenaje. Por lo pronto vayan estas sencillas líneas en su memoria.
El MUCAHI tiene en resguardo gran parte de la vasta obra del maestro Joaquín Cervantes Bassoco. Estamos a la espera de que alguna institución o autoridad se anime a realizarle un merecido y digno homenaje. Por lo pronto vayan estas sencillas líneas en su memoria.
NOTAS
(1) El Necaxa es un popular club de fútbol mexicano. Fue fundado el 21 de agosto de 1923 en México DF, mudándose a la ciudad de Aguascalientes en el 2003. Durante la temporada 1935-1936, el Necaxa se consagró Campeón de Campeones, Campeón del DF, Campeón de Liga, Campeón Nacional, Campeón Centroamericano y Campeón de los Juegos Centroamericanos del Salvador, primer título internacional del fútbol mexicano; razón por cual fue bautizado popularmente como El Campeonísimo. El sobrenombre de los “Once Hermanos” surgió a raíz de la capacidad de toque que los jugadores mostraban dentro de la cancha.
(2) Golpe fuerte, garrotazo.
Excelente presentacion del articulo amigo, gracias por la difusion de nuestro modesto trabajo. Saludos desde la tiera de Emiliano Zapata!!!!
ResponderEliminarEduardo Soto Director del Museo de la Caricatura y la HIstorieta, Cuautla, Morelos México.