El
día más largo del futuro.
Autor:
Lucas
Varela.
Hotel
de las Ideas.
Argentina, febrero
de 2016.
Con
El día más largo del futuro me pasa lo mismo que me pasa con un
número pequeño y limitado de obras, aquellas que con el tiempo
resultaron ser mis obras maestras de cabecera. Cada tanto vuelvo a
leerlas, verlas, oírlas; y cada vez que lo hago me encuentro con
trabajos que reconozco como placenteras experiencias ya transitadas
y, al mismo tiempo, como territorios
salvajes
nunca antes hollados.
Más que un mérito mío, resultado
del
talento
y sensibilidad de
sus autores, en este caso en particular el
genio narrativo de Lucas Varela.
Desde
que la leí por vez primera, serializada en el segundo volumen de
Fierro (de abril a noviembre de 2015, ¿ya pasó tanto?), El día.. se
me hizo una especie de vieja película muda, un slapstick distópico
donde el
humor negro y
la comedia física aparecían aplicados a la exposición
minuciosa del daño
que
la cultura capitalista le ha causado al tejido social.
Como
Tiempos modernos, pero con Buster Keaton en lugar de Chaplin. Trabajo
esclavo, consumismo, alienación, burocratización
de la existencia, pérdida de la condición humana, transformación
de la ciudadanía en nicho de mercado. Todo ello, gloriosamente
santificado en el altar tecnocrático de un Gran Hermano más cruel y
corporativo que el de la tele.
Semejante
instancia
de explotación permanente y continua, sólo se sostiene y promueve
desde la impuesta lógica de la
polarización.
No importa si la grieta es deportiva, empresaria, ideológica o
política, si se conocen o desconocen las razones que sustentan y
profundizan la naturalización del enfrentamiento,
traducido en actos
violentos
hacia el otro. Entre humanos y robots, entre empresas rojas y
empresas azules, entre estados totalitarios, represivos y
cosificadores.
Fiel
al estilo narrativo de Varela, El día… es mucho más que un
notable ejercicio de estilo. Entre la invasión alienígena y la
guerra comercial, yendo de la ciencia-ficción al espionaje
industrial, la historieta expone el proceso de colonización de las
marcas sobre las
personas, del logotipo sobre las señas identitarias.
El
futuro que estamos habitando desde hace rato, ocupados en acciones
estériles con resultados intrascendentes, mientras nos aislamos cada
vez más de lo realmente importante. El
falso bienestar esgrimido por el orden que vino a terminar con el
estado de bienestar. La
reproducción del
status quo por
aquellos que aborrecen del status quo. La pauperización social
tras
el
prometido paraíso económico. Perdidas
las esperanzas, parece
que Goya
tenía razón. Hoy
como ayer, el
sueño del marketing produce monstruos.
Fernando
Ariel García
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