El amor se hace. Director: Paco León. Protagonistas: Paco León, Candela Peña, Alex García, Natalia de Molina, Belén Cuesta, Luis Callejo, Luis Bermejo, Alexandra Jiménez, David Mora y Ana Katz, entre otros. Guionistas: Paco León, Fernando Pérez, basado en la película The Little Death de Josh Lawson. Crea SGR / Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA) / Mediaset España / Telecinco Cinema / Vértigo Films. España, 2016. Estreno en la Argentina: 16 de marzo de 2017.
Sin ser un profesional del tema, supongo que una filia es lo contrario de una fobia. Un motivo, una cualidad que nos genera atracción hacia algo o alguien, no dejando lugar para el miedo, el disgusto o el rechazo porque está directamente relacionado con el gozo y la satisfacción. Y en esta comedia de Paco León, uno de los grandes éxitos de la taquilla española del año pasado, las filias son todas de naturaleza sexual.
Basada en la película australiana The Little Death (2014), El amor se hace (Kiki. El amor se hace, 2016) apela a una narrativa coral y (finalmente) entrecruzada, alrededor de las fantasías eróticas, las ilimitadas formas que pueden tomar las relaciones humanas y, por supuesto, los tabúes. Pero lo hace lejos (muy lejos) de la fría letra de los manuales psicoanalíticos, porque elige ponerse cerca (muy cerca) del deseo aguijoneado por el cachondo calor de un bonito verano madrileño.
Post-almodovariana en su propuesta visual y narrativa, en el uso de la luz, el color y la música, en su apego a diálogos rápidos y filosos, punzantes en su humor desfachatado, atrevido e ingenuo a la vez, que hace avanzar la acción y desvela los sentimientos de sus personajes. Hombres y mujeres ávidos de cambio, atravesados por la ansiedad y el temor a hollar ese terreno imaginado y desconocido, del que pueden salir fortalecidos o rotos en mil pedazos.
Lo más interesante, me parece, viene dado por el móvil que dicta los pasos de todas las criaturitas de León. Las nuevas, poco comunes maneras de obtener placer que irán descubriendo, asumiendo, probando los personajes, están orientadas a la recomposición de sus vidas íntimas, al recupero de emociones y sensaciones que la cotidianeidad ha ido apagando, desdibujando, anulando. Con todo lo que se habla y se hace el sexo en Kiki, la fuerza motora del mundo viene dada por el amor. Por el disfrute que se alcanza al integrar el sexo y el amor en la pareja, desatendiendo las formas y atendiendo los contenidos, que en este caso vienen a ser personas.
¿Conservadurismo revolucionario? No lo sé. Prefiero quedarme con una película para ver e investigar, siempre acompañado.
Fernando Ariel García
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