lunes, 29 de abril de 2024

EL SILENCIO DE MALKA: EL OTRO Y EL MISMO

El silencio de Malka. Guion: Jorge Zentner. Dibujo, color y portada: Rubén Pellejero. Astiberri. España, junio de 2019.


Vida y muerte. Cuerpo y alma. Razón y emoción. Memoria e invención. Historia y mitología. Esperanza y realidad. Incredulidad y Fe. Ciencia y creencia. Pasado y presente. Rural y urbano. Familiar y universal. Infantil y adulto. Erudito y popular. Oral y escrito. Dado y heredado. Dicho y hecho. Cruel y sensible. Animado e inanimado. Teológico y filosófico. Físico y metafísico. Único y recurrente. Moderno y atávico. Concreto y simbólico. Natural y sobrenatural.


Podría seguir, pero vamos a parar acá. Lo importante de El silencio de Malka (serializada en 1994 en la revista Viñetas y luego recopilada en álbum por Glénat, con el agregado de un nuevo epílogo para la edición de Astiberri) no pasa por la enumeración de dicotomías sino por algo más sutil y profundo: La fusión del significado y el significante en un proceso creador que elimina las diferencias para parir un mundo donde la realidad real y la realidad imaginaria conviven, se complementan y copulan. Un constructo que marida el desaforado realismo mágico de Gabriel García Márquez con la lógica racionalista de Jorge Luis Borges, el esotérico pesimismo de Gustev Meyrink con la estampa integracionista de Alberto Gerchunoff.


Partiendo de los relatos que le contaba su abuela, el argentino Jorge Zentner instala un costumbrismo fantástico alrededor de los colonos judíos emigrados desde el sureste de la Europa Oriental hasta la fértil llanura de la provincia de Entre Ríos. El paso de los pogromos rusos a las colonias agrícolas de la nueva tierra prometida no fue fácil, tampoco estuvo exento de sacrificios y desazones. Gracias al accionar devastador de la naturaleza, los “gauchos judíos” (como pasaron a ser conocidos en la Argentina) hicieron frente a penurias de escala bíblica que generaron, en el caso de los ancestros Zentner, una respuesta arraigada en el folklore judío y amasada con el inconsciente telúrico de la Pampa Húmeda. Barro y lluvia. El otro y el mismo.


La idea de un golem criollo es sublime; y trabajada desde el registro crepuscular escogido por Zentner, queda incorporada con orgánica naturalidad a la cultura agrícologanadera de explotados y explotadores. Un verosímil que los poéticos pasteles del español Rubén Pellejero plasman en todas sus dimensiones, entre recónditos arcanos y míticas fundaciones de la Argentina (Granero del Mundo) y la ciudad de Buenos Aires (tango orillero y contubernio criminal). Como el gran rabino Loew de Praga, con estos maleables materiales, ambos lograron moldear las estrategias de salvación del pueblo judío y las contradicciones internas del ser humano.
El resto, obvio, es silencio.
Fernando Ariel García
Escrito especialmente para ARGH! (Asociación Profesional de Guionistas de Cómic), con motivo de la entrega del Premio Barreiro 2024 a Jorge Zentner. La entrada original puede leerse aquí.

miércoles, 10 de abril de 2024

J’ACCUSE: POLANSKI NO ES DREYFUS

J’accuse. El affair Dreyfus. Director: Roman Polanski. Protagonistas: Jean Dujardin, Louis Garrel, Emmanuelle Seigner, Grégory Gadebois, Hervé Pierre, Wladimir Yordanoff, Didier Sandre, Melvil Poupad, Mathieu Amalric, Laurent Stocker, Eric Ruf, Vincent Pérez, Michel Vuillermoz, André Marcon. Guionistas: Robert Harris, Roman Polanski. Basado en la novela An Officer and a Spy (2013), de Robert Harris. Légende Films / RP Productions / Gaumont / France 2 Cinéma / France 3 Cinéma / Eliseo cinema / Rai Cinema / Kinoprime Foundation / Canal+ / Ciné+. Francia / Italia, 2019. Estreno en la Argentina: 19 de agosto de 2021.


1894. Alfred Dreyfus, capitán del Ejército francés, enfrenta al tribunal militar que lo acusa de haber entregado documentos secretos a Alemania. Encontrado culpable de alta traición, resulta condenado al destierro y a prisión perpetua en la colonia penal de la Isla del Diablo, mundialmente famosa por el trato inhumano que le brindaba a los detenidos. El hecho histórico real es conocido: Dreyfus era inocente y había sido castigado de manera injusta. No por ser espía, sino por ser judío.


C
iñéndose a la estructura del thriller judicial presente en la novela original de Robert Harris, Roman Polanski desanda los doce años de idas y vueltas en el caso que dividió las aguas de la sociedad francesa de la época. Y para eso se apoya en la inmensa composición de Jean Dujardin como el coronel Georges Picquart, notorio antisemita que, entre la afirmación de sus prejuicios y la búsqueda de la Verdad y la Justicia, decide avanzar en contra de su hostil discriminación.


De manera tan firme como detallada, la película exhibe la deconstrucción de la mentira, de la torpeza institucional, del error deliberadamente preservado. En este doble proceso (realidad histórica y discurso cinematográfico), la figura de Émile Zola (André Marcon) aparece como el verdadero punto de quiebre que decantará en la libertad y absolución de Dreyfus (Louis Garrel en un trabajo de enorme minimalismo). Con su famoso artículo Yo acuso, publicado por el diario L’Aurore el 13 de enero de 1898, Zola inauguró la figura del intelectual comprometido; y expuso la maraña de intereses y actos de corrupción que protegían al culpable y castigaban al inocente.


Monumental manifiesto contra la injusticia ejercida desde el Estado y los poderes de turno, J’accuse es una obra movilizante y conmovedora, sumamente contemporánea y universal. Pero también es cierto que uno no puede dejar de verla como el intento maniqueo de Polanski por equiparar su situación personal (múltiples denuncias de acoso y abuso sexual) con la vivida por Dreyfus. Pero en donde el militar francés fue víctima, el director franco-polaco sigue siendo un victimario confeso y profugado. J’accuse es una película que merece verse (incluso más de una vez), teniendo en claro que Polanski no es Dreyfus.
Fernando Ariel García

sábado, 30 de marzo de 2024

VENOM: UNIVERSO ARÁCNIDO, SAGA PARASITARIA

Venom. Director: Ruben Fleischer. Protagonistas: Tom Hardy (Eddie Brock / Venom), Brad Venable (voz adicional de Venom), Michelle Williams (Anne Weying / She-Venom), Riz Ahmed (Carlton Drake / Riot), Scott Haze (Roland Treece) y Reid Scott (Dan Lewis), entre otros. Participación especial de Chris O’Hara (John Jameson), Woody Harrelson (Cletus Kasady) y Stan Lee. Guionistas: Jeff Pinkner, Scott Rosenberg, Kelly Marcel. Basados en personajes y situaciones creadas por David Michelinie, Todd McFarlane, Mark Bagley y Ron Lim, entre otros, para los cómics Marvel, en particular las sagas Venom: Lethal Protector (1993) y Planet of the Symbiotes (1995). Columbia Pictures / Marvel Entertainment / Tencent Pictures / Arad Productions / Matt Tolmach Productions / Pascal Pictures. EE.UU., 2018. Estreno en la Argentina: 4 de octubre de 2018.


Según las nuevas teorías de la comunicación, el receptor ya no busca informarse sino ratificar sus ideas previas como forma de convalidar su posición y/o su prejuicio. Y debe ser cierto, porque me acerqué a Venom pensando que iba a ver una película que no me iba a gustar; y eso es exactamente lo que pasó. Razón por la cual terminé reafirmando mi idea previa: Si lo más interesante que tiene para ofrecer un film de superhéroes es la escena post-créditos, es porque la película en sí no tiene nada interesante para ofrecer.


La primera entrega del Universo Arácnido de Sony sin Spider-Man (o, mejor dicho, sin el Spider-Man del Universo Cinematográfico de Marvel), prescinde también del Venom anterior que habíamos visto en el tercer film del Spider-Man con Tobey Maguire, que sí forma parte del Universo Arácnido de Sony sin Spider-Man (o, mejor dicho, sin el Spider-Man del Universo Cinematográfico de Marvel). No importa, nada de esta disquisición sin sentido le hubiera agregado emoción, intriga, sorpresa a este Venom sin sentido; con pretensiones de alcanzar las alturas del Batman de Adam West, pero sin conocer el palo ni demostrar condiciones para ello.


Sacando el carisma de Tom Hardy (innegable), el resto del metraje de esta saga parasitaria del trepamuros hace agua por donde se lo mire. Aventura que nunca supera la chatura de lo conocido y transitado, comedia sin gracia que termina siendo tonta, violencia gratuita y extrema que pretende cancherear con el mal gusto, personajes acartonados que no salen de la morisqueta que exhiben como comportamiento. Buenos muy buenos, malos muy malos y el recurso ya agotado de enfrentar al (anti)héroe con una copia más grande, más poderosa y más desalmada de él mismo. Y la promesa de repetirlo todo en la secuela, sólo que contra el Carnage que personificará Woody Harrelson.


La escena post-créditos es otra cosa. Parece otra película porque, literalmente, es otra película. Parte del festín animado Spider-Man: Un nuevo universo que viene a introducir al Hombre-Araña afroamericano de Miles Morales y, enredado en su telaraña, el concepto total del Multiverso. Decir que es una joya es quedarse corto, que le pasa el trapo a todo lo que vimos antes de llegar a este cierre, es obvio. No hay que quedarse hasta el final para ver esta secuencia. Hay que saltarse todo el film para ver sólo esta secuencia. Y, si es posible, más de una vez.
Fernando Ariel García

miércoles, 20 de marzo de 2024

CUESTIONARIO MANECO: FRANK ARBELO

En el cierre del programa Inside the Actors Studio, James Lipton le hace diez preguntas a su estrella invitada. Más conocido como el Cuestionario Pivot, se trata de una variante del que utilizaba el periodista francés Bernard Pivot en el ciclo Bouillon de Culture. Que es, a su vez, una vuelta de tuerca sobre el originario Cuestionario Proust, una serie de preguntas que buscan iluminar aspectos desconocidos del entrevistado. Se le hizo por primera vez al escritor francés Marcel Proust (de ahí su nombre) y con el correr de los años y las décadas, le fue repreguntado a cientos de personalidades en todo el mundo.


LA BITÁCORA DE MANECO no quiso ser menos y se animó a reversionar este verdadero clásico del periodismo cultural. Y hoy le toca contestar a Frank Arbelo, artista plástico nacido en Cuba y asentado desde hace años en Bolivia. Lo de “hoy” es una forma de decir, por supuesto, ya que este CUESTIONARIO MANECO fue respondido en marzo de 2013, se perdió en una computadora infestada y reapareció en un pendrive que se había traspapelado. Pidiendo las disculpas correspondientes, lo damos a conocer.


Parte fundacional del movimiento conocido como La Nueva Historieta Boliviana, Arbelo se hizo fuerte con la autogestión editorial a escala local y latinoamericana, principalmente la revista Suda Mery K! y el libro La fiesta pagana. También colaboró en distintos proyectos colectivos, como Crash!, Reflejos rotos, 4 historietas para ti, Negro, 15 Historietas Bolivianas Contemporáneas, El Fanzineroso, Gringo Muerto, Ragú, Cábula y Barsowia, entre muchos otros.


Un primer salto cualitativo lo supuso su paso por el blog Historietas reales, donde perfeccionó su mirada narrativa sobre la crónica autobiográfica y la adaptación literaria. Allí pulió su voz autoral hasta fusionar de manera natural y orgánica las formas y los contenidos del relato, pariendo un registro austero y profundo, simple y sintético, sensible y crítico, siempre certero en sus apuntes sobre la condición humana. Llegó a la revista Fierro en el momento justo de síntesis gráfica y expansión emocional de su arte, que cuajó en esa maravilla guionada por Pablo de Santis: Justicia Poética.


Dibujante desde que tiene memoria, el estilo Arbelo combina la tradición de la línea clara y el clasicismo de la historieta adulta latinoamericana y europea, enriquecida por las expresiones de la ilustración literaria infantil, el afichismo político y el diseño gráfico publicitario, todas vertientes que abarca como profesional de la comunicación. Su obra trasunta cierta predilección por el costado absurdo de la existencia, la ironía que surge de la contradicción; y el humor negro como coraza contra las inclemencias del mundo.



¿Cuál es tu mayor virtud?
Hablar poco.
¿Qué es lo mejor que tiene la amistad?
Poder contar con una persona y que esa persona pueda contar contigo. En las buenas y en las malas.
¿Qué es la felicidad?
Un beso de mis hijos.
¿Qué es la tristeza?
La muerte.
¿Dónde te gustaría vivir?
Aquí, en mi casa.
¿Quién te gustaría ser si no pudieras ser vos?
Steve Gadd.
¿Cuál es tu comida favorita?
Albóndigas en salsa con arroz.
¿Cuál es tu talento natural más relevante?
Dibujar más o menos bien.
¿Cómo te gustaría morir?
A los 95 años, de un infarto mientras duermo.
¿Cuál es tu frase de cabecera?
La vida es como un gallinero, la gallina que duerme en el palo de arriba siempre caga a la que duerme en el de abajo.


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martes, 19 de marzo de 2024

LOS AÑOS CUBANOS DE JAN

En 2009, el cierre de SONASTE MANECO dejó una serie de artículos realizados y sin publicar. Uno de ellos fue este perfil de la etapa cubana del español Jan (Juan López Fernández), que El Delga (José Delgado) había escrito en exclusiva para la sección Las historietas abiertas de América Latina. Quince años después de haberse perdido en una computadora infestada, el artículo reapareció en un pendrive que había traspapelado. Pidiendo las disculpas pertinentes por el (enorme) atraso, aquí va este vistazo a la obra menos conocida del enorme creador de Superlópez.


Antes de consagrarse como Jan, el español Juan López Fernández tuvo una activa vida profesional en Cuba. Entre 1959 y 1969, el futuro creador de Superlópez desarrolló su carrera como historietista, humorista gráfico y animador, bajo el seudónimo de Juan José. Colaboró con (y contribuyó en la formación de) Juan Padrón, el autor más importante del noveno arte cubano; y de un aprendiz de caricaturista que, con el correr de los años, se convertiría en una de las voces principales de la Nueva Trova: Silvio Rodríguez.


Pero empecemos por el principio. Acompañando a su familia, el veinteañero Juan López Fernández llegó a Cuba en 1959, con la Revolución triunfante y en el poder. Por su experiencia profesional previa en Barcelona, logró insertarse en el mercado del dibujo publicitario, descollando como animador principal de la agencia Siboney. En poco tiempo, pasó a formar parte del recién creado Departamento de Animación Especial del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica, donde realizó diversas animaciones para Enciclopedia Popular (La historia del alfabeto, entre otras), notas para el Noticiero ICAIC, cortos didácticos y créditos de películas, entre otros trabajos.


En 1963 ascendió a Director de Animación de los Estudios Fílmicos de la televisión cubana. También inició sus colaboraciones con el periódico Hoy y el semanario Mella, firmando sus colaboraciones como Juan José. Un año después ya formaba parte de la plantilla del tabloide, que entre sus principales atractivos contaba con materiales para jóvenes lectores e historietas. En ese entonces, Cuba había dejado de recibir los cómics provenientes de los EE.UU., razón por la cual el noveno arte cubano renació, con mucha fuerza, en la isla. Guiando las manos de los jóvenes creadores estaba el magisterio de Juan José y de Virgilio Martínez, talento local que, durante la época clandestina de la publicación (la dictadura de Fulgencio Batista), había utilizado el seudónimo de Laura.


Impreso en rotograbado, Mella incluía un suplemento con algunas páginas impresas a cuatro colores. Y justamente aquí, Juan José comenzó a darse a conocer como historietista. Su primer trabajo fue Lucas y Silvio, historia de ciencia-ficción protagonizada por el viejo y el niño del título. El pequeño Silvio, con sus espejuelos y todo, estaba inspirado en quien llegaría a ser uno de los cantautores más importantes de la Nueva Trova, Silvio Rodríguez, por entonces un aprendiz de caricaturista que venía trabajando con Virgilio.


Con el correr de los números, a Juan José le nació un personaje llamado Chaparrito, pequeño campesino mexicano con sombrero de charro, que cumplía misiones para Zapata y Pancho Villa. En sus aventuras, además, solían decir presente bandidos típicos del oeste norteamericano y otros malvados escapados del circo romano y los castillos medievales. En esta etapa de Mella hace su aparición uno de los personajes más importantes de la historieta cubana, Supertiñosa, obra de Marcos Behemaras (guion) y Virgilio (dibujos). Parodia de Superman, las hazañas de este paladín al que nunca le salían bien las cosas, fue continuado gráficamente por diversos dibujantes. Entre ellos, el propio Juan José. En lo personal, me gusta pensar que Superlópez, su creación más famosa e internacional, pueda haber tenido su génesis aquí.


Más allá de mis elucubraciones, una de los hechos trascendentes del momento fue la creación de El Hueco, página de humor gráfico realizada por Juan José, Silvio Rodríguez y un debutante Juan Padrón (creador de Elpidio Valdés y Vampiros en La Habana), que firmaba como Padroncitto. En 1964, los dos últimos debieron cumplir con el servicio militar, razón por la cual durante los próximos tres años Padroncitto colaboró con la sección desde su unidad castrense, reflejando la vida de un joven recluta en la marina de guerra. Para suerte de nuestra poesía y música, Silvio Rodríguez intimó tanto con su guitarra en esos días de soldado, que al volver a la vida civil abandonó el mundo de la historieta.


Pero Juan Padrón sí regresó y, a partir de 1967, empezó a incursionar con Juan José en el humor negro que no se reía de las desgracias humanas, poblando sus chistes de verdugos y vampiros. Las colaboraciones entre los dos autores saltarían de la página impresa al dibujo animado, llegando a realizar una serie de obras para los Estudios de la Televisión Cubana entre 1967 y 1968.


Con el surgimiento del diario Juventud Rebelde, se discontinuó la revista Mella y su colectivo de autores fue incorporado al nuevo periódico. Su llegada coincidió con el arribo de los profesionales de la desaparecida Pionero, reconvertida ahora en tabloide semanal a dos colores. Ambos equipos terminaron dando forma a un seleccionado de creadores gráficos nunca antes visto en Cuba, fundadores del suplemento humorístico La Chicharra, antecedente de El Sable y el DDT.


Con guiones del escritor cubano Froilán Escobar, Juan José inició en Pionero las fábulas del Duendecillo cuenta; y se prodigó ilustrando textos y adaptando cuentos clásicos al lenguaje de la historieta. Además, incursionó en el afiche político y colaboró con la revista Din Don, de Ediciones en Colores. Finalmente, Juan José abandonó la isla en 1969, pero nos dejó una obra de gran valor artístico y cultural, además de su influencia en la formación profesional de muchos de nuestros historietistas y animadores.