jueves, 21 de agosto de 2025

HOMO ARGENTUM: PRAEIUDICIALIS PORTEÑUM

Homo Argentum. Directores: Mariano Cohn y Gastón Duprat. Protagonista: Guillermo Francella. Con Eva De Dominici, Miguel Granados, Graciela Stéfani, Bruno Rondini, Guillermo Arengo, Milo J, Dalma Maradona, Juan Luppi, Vanesa González, Gastón Soffritti, Clara Kovacic, Aurora Quattrocchi, Tony Sperandeo, Giulia Brancato e Ignacio González Prieto, entre otros. Guionistas: Andrés Duprat, Gastón Duprat, Mariano Cohn. Co-guionista: Horacio Convertini. Con el aporte creativo de Leonardo D’Espósito, Juan José Becerra y Mario Mactas. Pampa Films / Gloriamundi Producciones / Dea Film / Rhino Film / Blue Film. Argentina, 2025. Estreno en la Argentina: 14 de agosto de 2025.


Un Ministro de Economía que le pide a la población que saque los dólares del colchón e invierta en el país, pero mantiene sus abultadísimos ahorros en un paraíso fiscal del extranjero. Una Vicepresidenta que pide cárcel para los militantes guerrilleros que mataron militares, pero propone la liberación de los militares que secuestraron, torturaron, asesinaron y desaparecieron a los militantes guerrilleros, además de apropiarse de sus hijos y robarles sus patrimonios. Un Presidente que condena con contundencia la corrupción ajena, pero favorece y protege la propia. Un Gobierno que celebra el éxito de una película con subsidio estatal por no tener subsidio estatal.


Todas historias de ficción que no están en Homo Argentum, pero (me parece) se emparentan bastante con el catálogo de pequeñas miserias y grandes hijaputeces que el film de Mariano Cohn y Gastón Duprat pone en escena. Ese gen argentino que, de acuerdo con las palabras del presidente Javier Milei, “deja en evidencia muchos de los aspectos de la oscura e hipócrita agenda de los progres caviar (woke)”. Y, agrego yo, de los libertarios con falso discurso y doble moral.


En realidad, entrarle al actual gran suceso del cine argentino desde los pliegues de la grieta progresismo / mileismo, como lo acabo de hacer, es un error. La película protagonizada por Guillermo Francella no es ni oficialista ni opositora, aunque sí es política. Apelando al lenguaje de la comedia italiana de los ‘60 y a los toques autóctonos del grotesco criollo, construye una serie de representaciones simbólicas en 16 microrelatos que trabajan las dicotomías y contradicciones de la naturaleza humana. Universales y locales. Que puedan ser leídas y criticadas por izquierda y por derecha, al final, confirma que las hilachas que muestra tienen bastante asidero real.


Desde mi punto de vista, la cuestión con esas hilachas es que son tremendamente prejuiciosas, banalmente superficiales y narrativamente predecibles. De entrada, dejan fuera del menú cualquier atisbo de mirada federal, elevando al porteño promedio hasta el rango de argentino quintaesencial (pecado típico de los habitantes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, por otra parte), básicamente individualista, ventajero y garca. Muy poco (casi nada) se muestra de las otras facetas que también constituyen nuestra identidad: La solidaridad, la hospitalidad, la amistad, la empatía, el sentido de pertenencia y la diversidad cultural, por poner un par de ejemplos.


Dejando en claro que, para mí, el problema está en el recorte de la realidad elegido a la hora de armar el sumario (es cierto que tantos pnt restan más de lo que suman), lo de Francella está muy cerca de la genialidad. Los primerísimos primeros planos de su rostro cuentan, sin necesidad de palabra alguna, el abanico de emociones que caben en el alma humana. Componer 16 personajes distintos es una tarea titánica; que el actor sobrelleva con holgura, más allá de los agregados prostéticos y aun cayendo en la tentación de interpretar al Francella personaje en un par de ocasiones.


Por fuera de toda bienvenida discusión, lo mejor de Homo Argentum es que está llevando muchísima gente a los cines para ver cine argentino. Algo imprescindible si queremos empezar a desarrollar una industria de verdad. Que pueda producir y exhibir largometrajes de ficción para un millón de espectadores, en múltiples salas a lo largo y ancho del país; y documentales para cuatro gatos locos, mechados en horarios intermitentes en la pantalla grande del Gaumont.
Fernando Ariel García

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