No te preocupes cariño. Directora:
Olivia Wilde. Protagonistas: Florence Pugh, Harry Styles, Olivia Wilde, Gemma
Chan, KiKi Layne, Nick Kroll y Chris Pine, entre otros. Guionista: Katie
Silberman, sobre una historia de Carey Van Dyke, Shane Van Dyke y Katie
Silberman. Coreógrafa: Denna Thomsen. New Line Cinema / Vertigo Entertainment.
EE.UU., 2022. Estreno en la Argentina: 22 de septiembre de 2022.
La verdad, no sé por qué le cayeron tan fuerte
a la nueva película de Olivia Wilde. Tampoco entiendo por qué le prestan tanta
atención a la (buena o mala) química que hayan podido tener en el set Florence
Pugh y Harry Styles. No te preocupes cariño (Don't Worry Darling) tiene
suficientes méritos para que se hable más de la obra y menos de sus chusmeríos
circunstanciales. Y las falencias actorales de Styles las cubre (con creces)
Pugh, sobre cuyas espaldas recae el peso melodramático de la trama. Tal vez, la
decisión más acertada que haya tomado el film, desde el punto de vista creativo.
Lo que sí me hizo ruido es la resolución
elegida, mucho más cercana a la ciencia-ficción que al thriller psicológico que
había venido rigiendo el metraje. No vamos a spoilear nada, porque la película
se encarga de mantener el suspenso y la duda todo lo que puede. Y lo logra
hasta que elige empezar a cerrar la historia, un misterio que (sabemos desde el
principio) la emparenta a The Truman Show y, en menor medida, a Matrix. Sobre
todo, en su capacidad para cuestionar (y cuestionarse) la idea misma de
realidad en un ecosistema donde manda la imposición y la mentira.
Estamos en los años ’50, en medio del experimento
urbano denominado Proyecto Victoria, idílico enclave montado en medio del
desierto más áspero de los EE.UU. Como corresponde a la época, ese paraíso
machista es algo más siniestro y grande que la contracara del infierno
feminista. Aunque la complejidad de la estructura cultural termine debatiendo
si la inhibición del libre albedrio es una potestad exclusivamente masculina,
en esos años y en cualquier otro. El control y la sumisión son parte
indisoluble de este extraño proyecto que tiene a los hombres trabajando para
mantener el nivel consumista de las mujeres. Y queda evidenciado desde el
arranque que aquello que se oculta es más decisivo que todo lo que se exhibe.
Parábola sobre la violencia de género
(simbólica y real, concreta y discursiva), las dudas que empiezan a crecer
dentro del personaje que interpreta Florence Pugh, son las que irán corriendo
los velos de la farsa, desarmando las máscaras de la mentira, iluminando el
camino del conocimiento hasta que la verdad marque un inevitable punto y aparte
en aquella distopía maquillada de utopía. Y en esa relación que parecía
perfecta, armoniosa y feliz. El amor, cuando construye una cárcel, no es amor. Sólo
la cáscara de una burbuja idealizada. Y las burbujas, lo sabemos todos,
nacieron para explotar.
Fernando Ariel García
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