sábado, 25 de junio de 2022

ELVIS: DOS PARA TRIUNFAR

Elvis. Director: Baz Luhrmann. Protagonistas: Austin Butler (Elvis Presley), Tom Hanks (coronel Tom Parker), Olivia DeJonge (Priscilla Presley), Helen Thomson (Gladys Smith, madre de Elvis), Richard Roxburgh (Vernon Presley, padre de Elvis) y Nicholas Bell (senador James Oliver Eastland), entre otros. Participación especial de Kelvin Harrison Jr. (BB King), Xavier Samuel (Scotty Moore), David Wenham (Hank Snow), Kodi Smit-McPhee (Jimmie Rodgers Snow), Yola (Hermana Rosetta Tharpe), Alton Mason (Little Richard), Gary Clark Jr. (Arthur Crudup), Adam Dunn (Bill Black), Terepai Richmond (D.J. Fontana), Cle Morgan (Mahalia Jackson) y Shonka Dukureh (Willie Mae "Big Mama" Thorton). Guionistas: Baz Luhrmann y Sam Bromell, Baz Luhrmann y Craig Pearce; y Jeremy Doner, sobre una historia de Baz Luhrmann y Jeremy Doner. Música: Elliott Wheeler. Incluye las canciones Vegas (interpretada por Doja Cat), The King and I (Eminem y CeeLo Green), y versiones de los clásicos de Elvis y del rock’n’roll en general, interpretados por Austin Butler, Swae Lee y Diplo, Stuart Prince, Pnau, Kacey Musgraves, Nardo Wick, Måneskin, Stevie Nicks y Chris Isaak, Shonka Dukureh, Les Greene, Yola, Denzel Curry, Lenesha Randolph, Impala, Jazmine Sullivan, Jack White, Paravi y Nardo Wick. Historietista: Kelly Baigent. Australia / EE.UU., 2022. Bazmark Films / The Jackal Group. Estreno en la Argentina: 14 de julio de 2022.


Vamos a decirlo con todas las letras. Lo de Austin Butler es tremendo, descomunal. Como lo de Rami Malek con Freddie Mercury (y lo de Gwilym Lee como Brian May, no nos olvidemos), lo suyo es un verdadero calco de Elvis Presley. O, al menos, del Elvis Presley icónico que uno tiene archivado en algún rincón de la mente. Los gestos, las poses, la presencia, las miradas, la pelvis. Un combo perfecto porque, además, las canciones que canta las canta como uno se las oyó cantar a Elvis. Aplausos de pie.


Pero, a fuerza de ser sincero, más allá de todo lo bueno que aporta Butler, si no estuviera el coronel Tom Parker de Tom Hanks, esta Elvis de Baz Luhrmann sería (al menos para mí) la perfecta recreación de un perfecto recital del Elvis Presley perfecto. Nada más. Lo de Hanks, actoralmente hablando, pertenece a otra liga. Las sinuosidades de ese personaje amoroso y nefasto, paternal y abusivo, calculador y mefistofélico, son las especias que le dan voluptuosidad, picor, sutileza, cuerpo y punch a este banquete desaforado, servido con la exuberancia hollywoodense y el impacto visual de una ópera vanguardista.


Por el precio de una biografía, Luhrmann nos cuenta dos: la de Elvis y la de Tom Parker. Principalmente, porque la de ninguno de los dos tendría mucho sentido sin la fusión con el otro. Para conocer a este Elvis bicéfalo es necesario comprender (me parece) que el mito se conformó gracias a (y a pesar de) el talento innato de las dos partes. Uno puso el don musical, vocal e histriónico, el otro aportó las cualidades marketineras para que el mundo comprara la mercadería que ambos vendieron, a veces convencidos de lo que ofrecían y otras, a regañadientes.


Cada uno aportó lo suyo a este combo que sacudió y transformó la cultura popular estadounidense, irradiando su influencia al mundo todo y más. De la encarnación del pecado al quintaesencial chico americano que toda madre querría como yerno, la película arma meticulosamente el rompecabezas cuya última pieza es la del rockstar glorioso y decadente, panzón y atiborrado de pastillas, que ya era inmortal antes de morir. En el medio, su diálogo con la Historia real: la segregación racial, defendida a capa y espada por el senador James Oliver Eastland; los asesinatos de Martin Luther King y Robert Kennedy; el góspel, el rhythm and blues, Los Beatles y los Rolling Stones. Y destellos de felicidad junto con su esposa Priscilla y su pequeña hija Lisa Marie.


Como corresponde a una biopic musical (y a una película de Luhrmann), la banda de sonido es otra protagonista principal del film. Y, en ese sentido, Elvis aborda (y aggiorna) respetuosamente el legado del Rey. Cuando las secuencias muestran a Elvis en acción arriba de cualquier escenario, las canciones se ciñen al imaginario ya conocido y consolidado. Pero cuando visten las escenas de la vida cotidiana en Memphis, Graceland y Las Vegas, se permiten romper el canon y abrirse a fusiones y remixes con ritmos urbanos contemporáneos, detalle que suma a la hora de facetar las cualidades de un repertorio capaz de mantener intacto su clasicismo mientras revalida su vigencia. La vigencia de una historia de amores y desgarros, de triunfos y tragedias, del mito que sigue siendo y del hombre que, tal vez, pudo haber sido. No tiene escenas post-créditos, pero la película termina al final, no antes.

El joven Elvis Presley (Chaydon Jay), lector y fanático del Capitán Marvel Jr.  

Párrafo aparte para el mundo comiquero. La biopic de Luhrmann le dedica mucha atención (y peso específico dentro de la trama) a la fascinación de Elvis Aaron Presley por los cómics del Capitán Marvel Jr. a cargo del maestro (de pie, por favor) Mac Raboy. ¿O de dónde creen que salieron la capita corta y el símbolo del rayo que Elvis usaba como parte de su atuendo? Las menciones metafóricas a la Roca de la Eternidad están a lo largo del metraje, que incluso incluye un corto segmento cartoon del Capitán Marvel Jr. con los dibujos de Kelly Baigent (animadora que trabajó en La vida secreta de las mascotas, Titan A.E. y Anastasia, entre otros films). Lo que no entiendo (o sí) es por qué, siendo una película de Warner (dueña de DC Comics, los propietarios del Capitán Marvel Jr.), cuando el audio original en inglés habla del Captain Marvel Jr., el subtitulado en castellano lo traduce como Shazam. ¿Habrán pensado que le hacían propaganda a la competencia?
Fernando Ariel García

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