Asesino
sin memoria. Director: Martin Campbell. Protagonistas: Liam Neeson, Guy Pearce,
Monica Bellucci, Harold Torres y Taj Atwal, entre otros. Guionista: Dario Scardapane, basado en el libro De Zaak Alzheimer
(2003), de Jef Geeraerts; y el film homónimo (2003), dirigido por Carl
Joos. Black Bear Pictures / Welle Entertainment / Saville Productions. EE.UU., 2022. Estreno en la Argentina: 19 de mayo de
2022.
Hace un tiempo, escribí
que las películas con Liam Neeson dejaron de ser películas de acción para
transformarse en un género en sí mismo, las películas de Liam Neeson. Asesino
sin memoria (Memory) viene a corroborar lo dicho, aunque busca alejarse de la
fórmula explotada hasta el cansancio para hacer crecer la franquicia por otros
caminos, lo suficientemente maquillados para parecer distintos.
Y la inspiración viene
aquí desde una exitosa novela negra belga, que no leí; transformada en un
exitoso film belga, que tampoco vi. Así que no sé cuánto tiene en común con los
originales y cuánto no. Lo que está claro es que comparten premisa: Un asesino
profesional, a punto de retirarse porque está experimentando los primeros
síntomas del Alzheimer. Y un entramado corrupto que ata a políticos, policías, empresarios
y narcos, con el negocio de la prostitución infantil. En el medio, un último
encargo por cumplimentar, un policía honesto que quiere ir contra el sistema; y
una locación mexicana que, seguro, la pusieron los yanquis para (de)mostrar que
todo lo malo puede ser peor al sur del Río Bravo. Y una venganza, claro, para
que la película con Liam Neeson pase a ser una película de Liam Neeson.
Y acá empiezan los
problemas. Personajes y situaciones que se presentan y no se desarrollan, giros
definitorios metidos con fórceps, la estereotipazión de todos los estereotipos
y la búsqueda de alguna lágrima facilonga. Siempre en un marco de obviedades argumentales
demasiado groseras; y alguna que otra bizarreada de más. Como la de poner a un
actor mexicano a interpretar a un narco mexicano que habla en mexicano como lo
haría un yanqui intentando hablar en mexicano.
Con una estética
impecable, un ritmo constante y mantenido que en ningún momento se desboca, Asesino
sin memoria construye un crudo discurso de la violencia, concreto, brutal y
desangelado, lejos de cualquier intento de edulcorar el crimen y la muerte
artera. Pero se olvida, me parece, de generar tensión dramática con los dos
ejes principales de la narración: El alzheimer y la prostitución infantil. Contando
con las herramientas para transformarse en algo más, elige no trascender los
límites del género. Y se queda en su zona de confort, amparado en la seguridad que
le da el ser otra película de Liam Neeson.
Fernando Ariel García
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