Muerte en el Nilo. Director: Kenneth Branagh.
Protagonistas: Kenneth Branagh (Hercule Poirot), Tom Bateman (Bouc), Annette
Bening, Russell Brand, Ali Fazal, Dawn French, Gal Gadot, Armie Hammer, Rose
Leslie, Emma Mackey, Sophie Okonedo, Jennifer Saunders, Letitia Wright y Ann
Turkel, entre otros. Guionista: Michael Green, basado en la novela homónima (1937)
de Agatha Christie. Productores: Ridley Scott y Kenneth Branagh, entre otros.
Kinberg Genre / The Mark Gordon Company / Scott Free Productions / TSG
Entertainment. Reino Unido / EE.UU., 2020. Estreno en la Argentina: 10 de febrero
de 2022.
Segunda ronda de Kenneth Branagh al frente de
Hercule Poirot y detrás de cámaras. Y uno ya puede decir, casi sin miedo a
equivocarse, que la cosa va de saga interconectada. Que la idea parece ser la
de ir armando, poco a poquito, el actual Universo Cinematográfico de Agatha
Christie. No porque se lo vaya a cruzar con Miss Marple o el matrimonio de Tommy
y Tuppence Beresford (¿o sí?), sino porque entre las deducciones necesarias
para resolver el crimen de turno, las películas van completando el rompecabezas
de la historia personal de Poirot, llenando (en este caso puntual) algunos
íntimos casilleros vacíos que había mostrado (y escondido) durante aquel
Asesinato en el Expreso de Oriente.
Entre delito y delito, saltando del tren al
barco, Branagh continúa su proceso de humanización del vanidoso (y ahora
inclusivo) Poirot, haciendo que su cerebro ubique los hechos en el orden
preciso y correcto, pero dejando que su corazón le ayude a entender las
pulsiones oscuras que mueven los hilos de las personas. Rasqueteando el fondo
de los tarros que son las otras novelas y cuentos del brillante detective, la
pantalla articula escenas del pasado de Poirot durante la Primera Guerra
mundial, que sirven para definir al personaje ante quien no lo conoce, contar
el origen de su icónico bigotazo; y explicitar la vulnerabilidad emocional que
tapa con su pátina de infalible detective.
Sí, lo que suena es una versión remixada de Policy of Trust, de Depeche Mode
Buscando ser fiel pero no fidedigna a la fuente
literaria original, Muerte en el Nilo (Death on the Nile) cae en la misma
trampa que no pudo resolver Asesinato… Compone pequeñas modificaciones cosméticas
porque el giro del final es intocable, anulando el efecto sorpresa en todo
aquel que sepa de qué va la trama por haber leído el libro o visto la película de 1978. Pero se las arregla, bastante bien, para
interesar a la platea con el desarrollo del mientras tanto, agregando un par de
blues (interpretados por Sister Rosetta Tharpe) con la espalda suficiente para
bancar el resto de la travesía.
En donde suma algunos puntos es gracias al
debate moral que plantea entre el decir y el hacer, el ser y el parecer, la
verdad y la mentira, el Bien y el Mal, borroneándoles sus conceptos
absolutistas para conjugarlos en carne y hueso, en acciones concretas y
palpables. En vínculos sinceros e interesados entre las partes. Como los que se
tejen a bordo de ese fastuoso crucero para la alta sociedad, con un crimen que
ata para siempre al asesino con la víctima; y un castigo común que sobreviene
para vivos y muertos: El amor.
Fernando Ariel García
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