El silencio de Malka. Guion: Jorge Zentner. Dibujo, color y portada: Rubén Pellejero. Astiberri. España, junio de 2019.
Vida
y muerte.
Cuerpo
y alma. Razón y emoción. Memoria
e invención.
Historia
y mitología.
Esperanza
y realidad.
Incredulidad
y Fe.
Ciencia
y creencia. Pasado y presente. Rural
y urbano. Familiar
y universal. Infantil
y adulto. Erudito y popular. Oral
y escrito. Dado
y heredado. Dicho
y hecho. Cruel
y sensible. Animado
e inanimado. Teológico
y filosófico. Físico
y metafísico. Único
y recurrente. Moderno
y atávico. Concreto y simbólico. Natural
y sobrenatural.
Podría
seguir, pero vamos a parar acá. Lo
importante de El
silencio de Malka
(serializada
en 1994 en la revista Viñetas
y
luego recopilada en álbum por Glénat, con el agregado de un nuevo
epílogo para la edición de Astiberri) no
pasa
por
la
enumeración de dicotomías sino por algo más
sutil y profundo: La fusión del significado y el significante en un
proceso creador
que elimina las diferencias para parir un mundo donde la realidad
real y la realidad imaginaria conviven, se complementan y copulan.
Un constructo que marida el
desaforado realismo mágico de Gabriel
García
Márquez con la
lógica racionalista
de Jorge
Luis Borges,
el
esotérico pesimismo de Gustev Meyrink con la
estampa integracionista de
Alberto Gerchunoff.
Partiendo
de los relatos que le contaba su abuela, el argentino Jorge Zentner
instala
un costumbrismo fantástico alrededor de
los colonos judíos emigrados desde el sureste de la Europa Oriental
hasta la fértil llanura de la provincia de Entre Ríos. El paso de
los
pogromos
rusos a las colonias agrícolas de la nueva tierra prometida no fue
fácil, tampoco estuvo exento de sacrificios y desazones. Gracias al
accionar devastador de la naturaleza, los “gauchos judíos” (como
pasaron a ser conocidos en la Argentina) hicieron
frente a penurias de escala bíblica que generaron, en el caso de los
ancestros Zentner, una respuesta arraigada
en el folklore
judío y
amasada
con
el inconsciente
telúrico de
la Pampa Húmeda. Barro
y lluvia. El
otro y el mismo.
La
idea de un golem criollo es sublime; y trabajada desde el
registro
crepuscular escogido
por Zentner, queda incorporada con orgánica naturalidad a
la
cultura
agrícologanadera
de
explotados y explotadores.
Un verosímil que los poéticos
pasteles
del español Rubén Pellejero plasman
en
todas sus dimensiones, entre
recónditos arcanos y míticas
fundaciones de la Argentina (Granero del Mundo) y la ciudad de Buenos
Aires (tango orillero y contubernio
criminal). Como
el gran rabino Loew de Praga, con estos maleables
materiales,
ambos
lograron
moldear
las estrategias de salvación del pueblo judío y las contradicciones
internas del ser humano.
El
resto, obvio, es silencio.
Fernando
Ariel García
Escrito especialmente para ARGH! (Asociación Profesional de Guionistas de Cómic), con motivo de la entrega del Premio Barreiro 2024 a Jorge Zentner. La entrada original puede leerse aquí.
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