Batman. Director: Matt Reeves. Protagonistas: Robert
Pattinson (Bruce Wayne / Batman), Zoë Kravitz (Selina Kyle), Paul Dano (Edward
Nashton / Acertijo), Jeffrey Wright (James Gordon), John Turturro (Carmine
Falcone), Andy Serkis (Alfred Pennyworth), Colin Farrell (Oz Cobblepot / Pingüino)
y Peter Sarsgaard, entre otros. Participación especial de Barry Keoghan.
Guionistas: Matt Reeves y Peter Craig, basados
en personajes y situaciones creados y desarrollados para DC Comics por Bob
Kane, Bill Finger, Frank Miller, David Mazzucchelli, Jeph Loeb, Tim Sale y
Darwyn Cooke, entre otros. Warner Bros. Pictures / 6th & Idaho / Dylan
Clark Productions. EE.UU., 2022. Estreno en la Argentina: 3 de marzo de 2022.
Matt Reeves hizo todos los deberes. Se despegó
de Zack Snyder y James Gunn; y fue para el lado del Guasón de Todd Phillips.
Una película fuera del corsé identitario y estilístico impuesto por el
cinematográfico Universo Extendido de DC, que puede ser vista como la historia
de algún Batman paralelo de los tantos que habitan el Multiverso, pero que
cobra mayor sentido y envergadura artística si la abordamos como un estudio de
la naturaleza humana que late debajo de las máscaras que elegimos ponernos
sobre el rostro.
Sacando al Bruce Wayne con look emo, el resto
funciona como un relojito. Robert Pattinson es un gran Batman. Habitado por la
rabia, la bronca, la frustración, cierta impotencia. Obsesionado con la Venganza y no con la Justicia. Mucho más violento, oscuro
e inestable que cualquiera de sus antecesores, porque la película entera es
mucho más violenta y oscura que cualquiera de sus antecesoras. Sobre todo, por
la construcción de su Acertijo, una figura trágica y desequilibrada, brutal e
inteligentísima. Asesino serial que sabe qué pasó realmente en Ciudad Gótica; y
por eso está siempre un paso adelante del encapotado.
Otra cosa que hizo bien Reeves (a mi modo de
ver, por supuesto) es saltearse el origen del Hombre Murciélago. Ya se hizo, ya
se lo conoce. Pero al no mostrarlo, lo puso en el centro dramático de su
relato. Ese asesinato (¿al voleo o por encargo?) definió el destino de Bruce
Wayne (obvio) y el de la ciudad, por eso (casi) todos los personajes
protagónicos tienen historias paralelas que se entrecruzan, se mezclan, se
influyen; y terminan siendo determinantes para que cada uno sea cada cual en
relación con el otro. Incluido el Asilo Arkham.
La trama toma elementos específicos de tres
cómics puntuales (Año uno, El largo Halloween y Ego), pero se los apropia a
gusto y piacere. Y lo bien que hace. Más que una película de superhéroes,
Batman (The Batman) es un policial negro de los de antes, especialmente de los
que se filmaban en los EE.UU. durante los ’70: Barrio Chino (Polanski), Taxi
Driver (Scorsese) y Mi pasado me condena (Pakula), que puede ser vista también
como la abuelita del Seven de David Fincher, cuyos ecos resuenan bastante en el
trabajo de Reeves.
Film noir con toques terroríficos, pero
básicamente un thriller político con superpoderosos corruptos enfrentados a
superhéroes en periodo formativo, en estado de transición hacia el mito que, ya
sabemos, terminará por fagocitárselos. Una historia que cierra su arco
narrativo de manera concisa y rigurosa, aunque deja algunas puntas abiertas
para futuras secuelas que, espero de todo corazón, no se hagan nunca. Dura tres
horitas, así que te podés quedar a esperar el chistonto del final, ese que
ocupa el espacio que debería ocupar la escena post-créditos que viene antes de
los créditos.
Fernando Ariel García
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