The Four Fives. Guion: Joe Quesada. Dibujos:
John Romita Jr. Tintas: Scott Hanna. Color: Marte Gracia. Editores: Martin
Biro, Annalise Bissa y Tom Brevoort. Marvel Comics. EE.UU., septiembre de 2021.
Bong! Bong! Bong! Bong! Bong!
Bong! Bong! Bong! Bong! Bong!
Bong! Bong! Bong! Bong! Bong!
Bong! Bong! Bong! Bong! Bong!
Cuatro tandas de cinco campanadas. Rito de
honor que, al menos en los EE.UU., se hace para homenajear y recordar a los
bomberos muertos en el cumplimiento de su deber. Pero la campana que tañe su
lamento no es una campana cualquiera, es La Campana de la Esperanza, enclavada
al frente de la Capilla histórica episcopal de San Pablo, en pleno distrito
financiero de New York, justo enfrente de donde estaban las Torres Gemelas. Una
ubicación que no es casual, ya que se trata de una ofrenda que Londres le regaló
a la Gran Manzana en memoria de las víctimas de los atentados del 11 de
septiembre de 2001.
A veinte años del brutal acontecimiento que
sacudió la conciencia del mundo, reformateó el concepto de terrorismo y ayudó a
conformar un nuevo andamiaje legislativo global sobre las libertades
individuales, Marvel toma esta liturgia y la hace historieta en un corto relato
protagonizado por el Hombre-Araña y el Capitán América. Dos héroes, dos
símbolos que, desde la soledad de las alturas, recogen testimonio y brindan sus
respetos, acompañando ese otro acto simbólico que viene repitiéndose año tras
año: El encendido de las dos torres lumínicas que, desde el el Memorial de las Torres en pleno corazón de la Zona
Cero, se elevan hacia el cielo dibujando los contornos de aquello que supo ser.
Ocho páginas, prácticamente mudas, en las que
no pasa nada y pasa de todo. Lo de Joe Quesada y John Romita Jr. va por el lado
de la acción interna, eso que llamamos emoción contenida. Un repliegue hacia el
ser íntimo, intentando abrazar ese dolor que no cesa con la idea de
transformarlo en algo más, en algo mejor. ¿Esperanza? Puede ser. Cada golpe de
la campana es un reconocimiento. A las víctimas. Y a los héroes de esas
jornadas aciagas, que suelen ser los mismos héroes de otras jornadas similares,
los héroes anónimos y verdaderos. Y cada campanada es, también, la reafirmación
de una postura acrítica, dispuesta a tolerar el sufrimiento sin cuestionar la ofensiva
militar que los EE.UU. desplegaron hasta hace 15 minutos sobre Afganistán, o el
alineamiento irrestricto que Marvel (como empresa) adoptó hacia el discurso
oficial de la administración Bush Jr.
Incluido en diferentes títulos regulares que
Marvel publica este mes, The Four Fives
funciona como una especie de secuela emocional al clásico The Amazing Spider-Man vol. 2 N° 36, historia que J. Michael
Straczynski y John Romita Jr. publicaran en diciembre de 2001, intentando
entender qué estaba pasando durante los ataques terroristas. Y si aquel cómic
galvanizaba el ruido y la furia ante la inmediatez de la pérdida, esta
historieta parece venir a cerrar el período de duelo, tramitando la aceptación
de la muerte como parte del fenómeno natural que es la vida, abriéndose a una
reflexión retrospectiva que favorezca la aparición de ese ansiado estado de
calma que permita hacer las paces con la inevitabilidad de tamaña ausencia.
A veinte años del día que cambió al mundo (como
suelen llamarlo los titulares periodísticos) lo único que humanamente puede
hacerse es respetar el sentimiento de los sobrevivientes y de las familias de
los muertos, acompañando en silencio cada ominoso golpe de campana. Ya habrá
tiempo para levantar la voz más adelante. Ojalá Marvel también lo entienda así.
Fernando Ariel García
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