lunes, 27 de septiembre de 2021

LOS AÑOS MÁS BELLOS DE UNA VIDA: EL AMOR DESPUÉS DEL AMOR

Los años más bellos de una vida. Director: Claude Lelouch. Protagonistas: Anouk Aimée, Jean-Louis Trintignant, Antoine Sire, Marianne Denicourt, Souad Amidou y Tess Lauvergne, entre otros. Participación especial de Monica Bellucci. Guionista: Claude Lelouch. Les Films 13 / Davis Films / France 2 Cinéma. Francia, 2019. Estreno en la Argentina: 23 de septiembre de 2021.


En la vida hay amores que nunca pueden olvidarse. Y en el cine, también. En 1966, Claude Lelouch inmortalizó a la pareja de Jean-Louis Duroc (Jean-Louis Trintignant) y Anne Gauthier (Anouk Aimée), dos viudos que se animaron a intentarlo de nuevo, aunque la pasión y la felicidad no estuvieran viniendo de la mano. Un hombre y una mujer fue un exitazo de aquellos, lanzó a la fama internacional al director, los protagonistas y el tema musical (Da da da da da, da da da da da) de Francis Lai. Y también consagró al Citroën 2 CV y el bucólico pueblo normando de Deauville.


Con la magia intacta, todos los ingredientes vuelven al ruedo en Los años más bellos de una vida (Les Plus Belles Années d'une vie), pequeña obra maestra hecha de nostalgia cinéfila y optimismo militante. Pero claro, dentro y fuera de la pantalla han transcurrido 53 años (y una secuela, Un hombre y mujer - 20 años después, que esta tercera parte parece ignorar de manera adrede) y el paso del tiempo (así como sus estragos sobre los amantes) están en el corazón de la trama.


Jean-Louis es el más golpeado de los dos. Internado en una residencia geriátrica, tiene problemas de movilidad y una memoria intermitente que sólo recuerda nítida y claramente a la mujer que sacudió sus estructuras hace medio siglo. A pedido del hijo de Jean-Louis, Anne accede a re-encontrarse con el hombre que amó y por quién fue traicionada. ¿Qué saldrá de este romántico experimento? Un viaje inolvidable que revisitará esa gran historia de amor, habitada ahora por un sentimentalismo pragmático, una emotividad sincera y honestamente brutal.


Película pequeña que se agiganta en la actuación de Trintignant y Aimée, monstruos absolutos del séptimo arte, capaces de sostener largos (y profundos diálogos) sin moverse de sus asientos, capturando y exhibiendo un abanico gestual tan demoledor como conmovedor. Jugando a proponer un futuro mínimo de paz y serenidad compartida, sedimento del fuego que estuvo y las chispas que siguen estando a pesar de los dolores y las pérdidas, un hombre y una mujer rinden homenaje a lo que supieron ser. No es un testamento, sólo un otoñal poema de amor entregado al viento. Y a las volubles olas de la memoria.
Fernando Ariel García

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