miércoles, 30 de diciembre de 2020

MUJER MARAVILLA: SÓLO EL AMOR SALVARÁ AL MUNDO

Mujer Maravilla. Directora: Patty Jenkins. Protagonistas: Gal Gadot (Diana / Mujer Maravilla), Chris Pine (capitán Steve Trevor), Robin Wright (Antiope), Connie Nielsen (reina Hippolyta), David Thewlis (Sir Patrick Morgan / Ares), Danny Huston (Erich Ludendorff), Elena Anaya (Dra. Isabel Maru / Doctora Veneno), Lucy Davis (Etta) y Lisa Loven Kongsli (Menalippe), entre otros. Cameo de Zack Snyder. Guionistas: Allan Heinberg, sobre un argumento de Zack Snyder, Allan Heinberg y Jason Fuchs, basado en personajes y situaciones de los cómics creados y desarrollados por William Moulton Marston, H.G. Peter, George Pérez, Ross Andru, Phil Jimenez, Brian Azzarello, Cliff Chiang, Mike Deodato Jr., Len Wein y Greg Rucka, entre otros, para DC Comics. Productores: Deborah Snyder y Zack Snyder. Productor ejecutivo: Geoff Johns. Warner Bros. / RatPac - Dune Entertainment / Tencent Pictures / Wanda Pictures / Atlas Entertainment / Cruel and Unusual. EE.UU., 2017. Estreno en la Argentina: 1° de junio de 2017. Disponible en Netflix.


Hay un par de cosas que la película de Patty Jenkins tiene muy en claro. Y eso, por supuesto, habla bien de Mujer Maravilla (Wonder Woman). En primer lugar, la decisión de alejarse todo lo humanamente posible de la Mujer Maravilla de Lynda Carter (aunque se le agradezca vaya uno a saber qué en los títulos finales). Aquí, la heroína interpretada por Gal Gadot es una mujer empoderada por su naturaleza femenina, sin importar la fortaleza que le sumen sus superpoderes y armamentos especiales. Se la ve contemporáneamente plantada en lo que hace a las cuestiones de género; y tan noble, empática y compasiva como lo requiere el símbolo que va a representar. El choque cultural al que quedará expuesta tras abandonar el hogar de las Amazonas, la escondida isla de Themyscira, le permitirá lucir su inocencia naif en algunos pasos de comedia ligera, capaces de humanizar su absoluta condición de guerrera prodigiosa y letal.


En segundo lugar, la decisión de alejarse todo lo humanamente posible de la solemnidad oscura, pomposa y hueca que Zack Snyder (productor, guionista y actor en un minúsculo cameo) imprimió a fuego sobre el Universo Cinematográfico de DC. Aun siendo lo pretencioso que es, el film de Jenkins se toma las cosas de manera más lúdica, liviana y entretenida, tratando de jugar el juego bajo las normas identitarias que Marvel impuso sobre la mesa. No le va tan mal, es cierto, pero tampoco le va tan bien. El hecho de abordar el origen del personaje como lo que realmente es, una fusión entre los géneros superheroico y bélico, encabezado por una protagonista vestida en una armadura que remite a la bandera de los EE.UU. y portando un escudo, lo pone en rumbo de colisión directa con Capitán América: El primer Vengador. ¿Evitar la acusación directa de plagio habrá motivado el cambio de escenario histórico, moviendo el entorno original de la Segunda Guerra mundial hasta los años de la Primera?


Disparada por un acontecimiento colateral de Batman vs. Superman: El origen de la Justicia, la pirotécnica aventura recupera y reconstruye algunos elementos de las distinta etapas del cómic, mientras despliega un largo flashback que revela la misión pacifista de la Mujer Maravilla en el pasado, el presente y el futuro. Como si sólo las mujeres fueran capaces de cambiar el mundo desde la fuerza del amor, Jenkins y Gadot instalan a Diana como luminoso faro guía para la humanidad. Idealista (e idealizada) representación del liderazgo femenino que requiere una sociedad igualitaria capaz de superar el lastre de la violenta cultura paternalista. Una lógica voluntariosa que no siempre funciona fuera de la pantalla.
Fernando Ariel García

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