Mujer
Maravilla. Directora: Patty Jenkins. Protagonistas: Gal Gadot (Diana / Mujer
Maravilla), Chris Pine (capitán Steve Trevor), Robin Wright (Antiope), Connie
Nielsen (reina Hippolyta), David Thewlis (Sir Patrick Morgan / Ares), Danny
Huston (Erich Ludendorff), Elena Anaya (Dra. Isabel Maru / Doctora Veneno), Lucy
Davis (Etta) y Lisa Loven Kongsli (Menalippe), entre otros. Cameo de Zack
Snyder. Guionistas: Allan Heinberg, sobre un argumento de Zack Snyder, Allan
Heinberg y Jason Fuchs, basado en personajes y situaciones de los cómics
creados y desarrollados por William Moulton Marston, H.G. Peter, George Pérez,
Ross Andru, Phil Jimenez, Brian Azzarello, Cliff Chiang, Mike Deodato Jr., Len
Wein y Greg Rucka, entre otros, para DC Comics. Productores: Deborah Snyder y
Zack Snyder. Productor ejecutivo: Geoff Johns. Warner
Bros. / RatPac - Dune Entertainment / Tencent Pictures / Wanda Pictures / Atlas
Entertainment / Cruel and Unusual. EE.UU., 2017. Estreno en la Argentina: 1° de junio de 2017. Disponible en
Netflix.
Hay
un par de cosas que la película de Patty Jenkins tiene muy en claro. Y eso, por
supuesto, habla bien de Mujer Maravilla (Wonder Woman). En primer lugar, la
decisión de alejarse todo lo humanamente posible de la Mujer Maravilla de Lynda
Carter (aunque se le agradezca vaya uno a saber qué en los títulos finales). Aquí,
la heroína interpretada por Gal Gadot es una mujer empoderada por su naturaleza
femenina, sin importar la fortaleza que le sumen sus superpoderes y armamentos
especiales. Se la ve contemporáneamente plantada en lo que hace a las
cuestiones de género; y tan noble, empática y compasiva como lo requiere el
símbolo que va a representar. El choque cultural al que quedará expuesta tras
abandonar el hogar de las Amazonas, la escondida isla de Themyscira, le
permitirá lucir su inocencia naif en algunos pasos de comedia ligera, capaces
de humanizar su absoluta condición de guerrera prodigiosa y letal.
En
segundo lugar, la decisión de alejarse todo lo humanamente posible de la solemnidad
oscura, pomposa y hueca que Zack Snyder (productor, guionista y actor en un
minúsculo cameo) imprimió a fuego sobre el Universo Cinematográfico de DC. Aun
siendo lo pretencioso que es, el film de Jenkins se toma las cosas de manera
más lúdica, liviana y entretenida, tratando de jugar el juego bajo las normas
identitarias que Marvel impuso sobre la mesa. No le va tan mal, es cierto, pero
tampoco le va tan bien. El hecho de abordar el origen del personaje como lo que
realmente es, una fusión entre los géneros superheroico y bélico, encabezado
por una protagonista vestida en una armadura que remite a la bandera de los
EE.UU. y portando un escudo, lo pone en rumbo de colisión directa con Capitán
América: El primer Vengador. ¿Evitar la acusación directa de plagio habrá
motivado el cambio de escenario histórico, moviendo el entorno original de la
Segunda Guerra mundial hasta los años de la Primera?
Disparada
por un acontecimiento colateral de Batman vs. Superman: El origen de la Justicia,
la pirotécnica aventura recupera y reconstruye algunos elementos de las distinta etapas del cómic,
mientras despliega un largo flashback que revela la misión pacifista de la Mujer
Maravilla en el pasado, el presente y el futuro. Como si sólo las mujeres
fueran capaces de cambiar el mundo desde la fuerza del amor, Jenkins y Gadot
instalan a Diana como luminoso faro guía para la humanidad. Idealista (e
idealizada) representación del liderazgo femenino que requiere una sociedad
igualitaria capaz de superar el lastre de la violenta cultura paternalista. Una
lógica voluntariosa que no siempre funciona fuera de la pantalla.
Fernando Ariel García
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