Superman Vol. III Nº 32. Guión: Geoff Johns. Dibujos: John Romita Jr.
Tintas: Klaus Janson. Color: Laura Martin. Portadas: John Romita Jr. (regular y
alternativas), Ant Lucia (alternativa). Editor: Eddie Berganza. 32 páginas a
todo color. DC Comics. ISSN: 2164-8425. EE.UU., agosto de 2014.
Superhombres puede haber muchos, pero Superman debería haber uno solo.
Por lo que significa como parámetro para el ficticio Universo DC, pero también
por lo que representa fuera de él. En ambos casos, uno de los ejemplos a seguir
a la hora de entender el rol y la motivación de un personaje superpoderoso, la
vara con la que mensurar los conceptos y la esencia definitoria de lo
superheroico, la figura paterna a matar antes de seguir cualquier tipo de
camino propio. Soy de los que creen que el mejor Superman de los últimos
tiempos fue el Supreme de Alan Moore,
así que soy de los que creen que DC no ha estado a la altura del ícono a su
cargo y, por lo tanto, soy de los que se acercan a esta necesaria refrescada con
altas expectativas.
Más aún cuando la parte gráfica corre por cuenta de John Romita Jr., uno
de los pocos artistas norteamericanos que maneja la majestuosa grandilocuencia
que le corresponde a un semidios cuando pone en juego el verdadero tamaño de su
poder; y es capaz de bajarlo al papel con el espectacular sentido narrativo que
uno asocia, inconcientemente, con el imaginario hollywoodense que se busca
representar. Rara avis de la industria superheroica, Romita Jr. sabe cuándo garpa
ser más que humano y cuándo garpa mostrar el costado más humano de lo
superhumano.
Y, por lo que pude ver en este introductorio Superman Vol. III Nº 32, el
guión de Geoff Johns está escrito pensando en estas cualidades de Romita Jr.; y
en lo bien que van a hacerle al longevo paladín el máximo aprovechamiento de
estas cualidades. De ahí, supongo, que el trasfondo de la aventura sea el
estudio de la naturaleza del Hombre de Acero, el abordaje de su unicidad dentro y fuera
de las viñetas. Rescatando aquello que lo hace inmediatamente reconocible hasta
para quien no lo conoce (si algo así llegara a ser posible en esta cultura
globalizada): Su faceta como periodista y el mundillo laboral del diario El
Planeta, su amistad con Jaime Olsen y su interés romántico por Luisa Lane, su
opción por el Bien y la Justicia, con mayúsculas y en abstracto (como
corresponde a su tradición imperialista).
Además de reestablecer el status quo de la licencia, Johns y Romita Jr. retoman
las raíces que el superhéroe comparte con la mitología grecoromana y la fe
cristiana, entablando un paralelismo entre el origen de Superman y el origen de
un nuevo y misterioso superhombre, primer paso para empezar a desandar el
camino de semejanzas y diferencias entre las copias y el único e indivisible original.
Algo que se conecta directamente con los dos principales significados que
guarda el vocablo anglosajón alien, que sirve para representar aquello que en
castellano entendemos por alienígena o por extranjero. Una doble condición que la
idea de Superman subsume y que éste Superman en particular pareciera traducir en
una interesante cuota de aislamiento (impuesto y autoimpuesto), revelando la
existencia de un complejo universo interior por explorar.
Bastante (demasiado diría yo) para la primera jornada de reacomodamiento
del stock simbólico del superhéroe que forjó y definió el género tal como lo
conocemos hoy día. Con talento y compromiso, Johns y Romita Jr. le devolvieron
al Último Hijo de Krypton la escala y el alcance de su historia y su legado. Queda
por ver qué hacen con ello.
Fernando Ariel García
John Romita Jr.
Ant Lucia