Diabolik. Directores: Manetti Bros. (Marco y
Antonio Manetti). Protagonistas: Luca Marinelli (Diabolik), Miriam Leone (Eva
Kant), Valerio Mastandrea (Inspector Ginko), Alessandro Roia, Serena Rossi,
Luca di Giovanni, Vanessa Scalera y Roberto Citran, entre otros. Participación
especial de Claudia Gerini. Guionistas: Manetti Bros. y Michelangelo La Neve,
sobre una historia de Manetti Bros., Michelangelo La Neve y Mario Gomboli, basado
en personajes y situaciones creados por Angela y Luciana Giussani para el cómic
de Diabolik, especialmente las aventuras L’arresto di Diabolik (1963, guion de
Angela y Luciana Giussani, dibujos de Gino Marchesi) y L’arresto di Diabolik –
Il remake (2012, guion de Mario Gomboli y Tito Faraci, dibujos de Giuseppe
Palumbo y Pierluigi Cerveglieri). Canción original: La profonditá degli abissi,
compuesta e interpretada por Manuel Agnelli. Mompracem / RAI Cinema / Astorina.
Italia, 2020. Estreno en Italia: 16 de diciembre de 2021.
No la tuvieron nada fácil los Manetti Bros.
Como a muchos, la pandemia les obligó a posponer un año el estreno de su
Diabolik. Como a pocos, les tocó salir a pelear pantalla compartiendo semana de
estreno con el megatanque holyywoodense de Spider-Man: Sin camino a casa. Antes,
habían tenido que (de)mostrarse capaces de alcanzar el alto estándar visual
asociado a las historietas filmadas por Marvel y DC; y definir un estilo propio
que despegara su visión de aquella que galvanizara (con todos sus pros y sus
contras) el inmortal Mario Bava en 1968, con el incombustible Diabolik (o
Danger: Diabolik), cumbre de la psicodelia pop filmada en Europa.
La verdad es que los Manetti salieron bastante airosos
de semejante trance. Argumental y estilísticamente, se plantaron en los años
’60. Y dentro de ese marco referencial, montaron un aparato narrativo que
explota el corazón noir de la franquicia desde una imaginería visual retro y (aparentemente)
analógica, que le calza como anillo al dedo. Un ejercicio cinematográfico de
modernidad vintage, que termina validando el tratamiento hoy retrógrado de
algunos personajes femeninos y la resolución naif de ciertos nudos dramáticos,
esenciales para que la historia llegue a su fin de la manera preconcebida.
Pero no todas son flores. Tomando como punto de
partida el mítico tercer número del fumetto del brivido, con la indisoluble
incorporación de Eva Kant al mito, la película parece la pegatina de dos
episodios distintos de una serie televisiva inexistente, como si respondiera a
aquella práctica tan común en la industria cinematográfica de los ’60 y los
’70, que buscaba explotar en la gran pantalla el éxito comercial de los
diferentes productos pensados y realizados para la pantalla chica. En este
caso, un “montaje” que deja ver las hilachas no sólo en los diferentes puntos
de interés que concatena la trama, sino (y sobre todo) en las distintas
concepciones estéticas que separan (aunque complementan) la primera y la
segunda parte del largo metraje. Mucho más oscura y ominosa al principio,
decididamente dinámica y deudora de la cultura de masas sobre el final.
No sé qué opinará la generación millennial,
pero el film de los Manetti Bros. no tiene nada que pueda terminar siendo
intolerable para un veterano fanático de Diabolik (aquellos que leímos sus
hazañas en la versión argentina a cargo de Editorial Fascinación o en la
revista española Macabro, por ejemplo). Principalmente, porque los actores
principales (Luca Marinelli, Miriam Leone y Valerio Mastandrea) saben vestir la
piel de sus personajes con capacidad y holgura. Y porque el icónico Jaguar
negro llegó para quedarse, en nuestra playa emotiva de estacionamiento, al
ladito del Batimóvil de Adam West.
Fernando Ariel García
Despierta mi curiosidad esta adaptación, de este personaje temible y carísmáitco.
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