Totem Extra Nº 15: Especial John Lennon. Autores: Andreas, André Barbe, Enki Bilal, Christian Binet, Michel Blanc-Dumont, François Boucq, Max Cabanes, Daniel Ceppi, Florence Cestac, Didier Comès, Cosey, Philippe Delan, Jean C. Denis, Gérard Dewamme, Alain Dister, Dominique Douay, Philippe Druillet, Michel Duveaux, Jacques Ferrandez, F'Murr, Régis Franc, Fred, Luis García, Jean-Pierre Gibrat, Daniel Goosens, Got, Dominique Grange, Peter Hammil, Laurence Harlé, Jacques de Loustal, Lucques, Milo Manara, Diego A. Manrique, Frank Margerin, Chantal Montellier, Gérald Poussin, François Rivière, Daniel Rodolphe, Jean-Claude Servais, Romain Slocombe, Benoît Sokal, Jean Solé, Jacques Tardi, Martin Veyron, Violeff, Philippe Vuillemin, Marc Wasterlain. Portada: Liz Bijl (no acreditada). Traductor: No acreditado. 110 páginas en blanco y negro. Editorial Nueva Frontera. España, sin fecha (presumiblemente, abril de 1981).
Bang. Bang. Bang. Bang. Bang. Cinco tañidos de muerte que tiñeron de rojo la calle frente a uno de los portones de acceso al mítico edificio Dakota, en el corazón de Manhattan, la noche del 8 de diciembre de 1980 en que se paró el mundo, atronado por la tragedia y el ritmo periodístico que le sobrevino.
De
esos cinco tiros, cuatro dieron de lleno en el cuerpo del mito destinado a
trascender como un nuevo mártir incombustible, incorruptible. Hombro, tórax,
pulmón y arteria subclava izquierda. Por esas heridas se desangró John Lennon.
Y por esas heridas se desangró también el sueño de una generación que se había
animado a formular las demandas de un activismo global pacifista, reivindicador
de los derechos civiles, primerizo defensor de las causas feministas y
ambientales.
Además
del estupor iniciático, del espanto frente a la brutalidad del hecho consumado
y absoluto de esa muerte inesperada y traicionera, lo que mejor retratan las
páginas calientes de este Totem Extra en homenaje al Dios del rock, es la
sensación de abrupta horfandad, de arrebatado futuro, de abismal incerteza, que
cayó como un balde de hirviente plomo derretido sobre el corazón y las
conciencias de millones de hombres buenos y millones de mujeres buenas, a lo
largo y ancho del planeta.
A
cargo de un dream team de la historieta adulta europea de ese entonces, la
revista española (traducción casi íntegra del (A Suivre) Special John Lennon con
algunos agregados provenientes del Nº 60 de
Métal Hurlant, ambas publicadas en Francia en enero de 1981, a un mes del
asesinato) rinde homenaje al Lennon artista, por supuesto, pero sobre todo
exhibe sus respetos hacia los ideales que Lennon había venido encarnando para
aquellos jóvenes revolucionarios e inconformistas que creían posible el cambio
de rumbo de la historia.
Al
mismo tiempo, el conglomerado de historias cortas deja entrever la incredulidad
generalizada frente a la naturaleza del asesino. Quien se había cargado al
profeta de la nueva religión no era la CIA ni ninguno de los imperios conocidos
y esperables. No, se trataba de un psicótico depresivo, paranoico y
esquizofrénico, con antecedentes violentos, lector obsesivo del evangelio rebelde
escrito por J.D. Salinger, agobiado por una culpa existencial que terminó
alimentándose de su fanatismo por Lennon y los Beatles. Más que una oveja negra
descarriada, un auténtico feligrés que había caído en desgracia antes de causar
la desgracia. En completo control de sus facultades mentales, tal como
declararía en más de una ocasión el propio Mark David Chapman.
De
todas formas, lo único importante de estos cómics es que, leídos cuarenta años
después, con sus más y con sus menos, todavía se animan a reivindicar esa
utopía sin cielos ni infiernos, sin países ni religiones, sin posesiones ni
codicia ni hambre, sin motivos para matar o morir, con un mundo unido viviendo
en paz. El sueño trunco de un soñador que, por suerte, no es el único.
Fernando Ariel García
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