Cuatro amigos. Reunidos de noche en la casa de uno de ellos. Haciendo lo de siempre, charlando de todo y de nada en particular. Y de pronto, fuera de la ventana que marca el seguro resguardo de su hogar, comienza la invasión. No hay nevadas fantasmagóricas, pero hay muertes inesperadas, sucesos inexplicables y la certeza de que aquello que había venido siendo, ha dejado de ser. Para siempre.
El juego de espejos con el inicio de El Eternauta no es casual. Gran parte del equipo creativo de Lava, el nuevo film animado de Ayar Blasco, está compuesto por historietistas. Autores que, en su momento, estuvieron reunidos alrededor de los fanzines La Secta Comic y Catzole; y hoy son pilares de nuestro noveno arte contemporáneo. De ahí la multiplicidad de referencias paródicas a Larguirucho, Patoruzú, Dante Elefante, Los Pitufos y Garfield, por poner un par de ejemplos. Y la nada paródica cita al Black Hole de Charles Burns, con el que la película comparte el agudo retrato de una generación adultoscente necesitada de reafirmar su identidad. O de encontrar una que los deje satisfechos.
Visualmente, si bien abreva en las fuentes del estilo grunge patentado por Mike Beavis & Butt-Head Judge, el estilo es Blasco 100 por ciento: Un minimalismo (aparentemente) infantil que, en realidad, es una elección estética por la simpleza a la hora de comunicar el estado de inquietud que se posa sobre la ciudad, la certeza del caos emocional que habita en el pecho de los personajes. El punto de equilibrio donde se unen la credibilidad necesaria para representar esa nueva cotidianeidad intervenida por los traumas de la ciencia-ficción apocalíptica, junto con el misticismo simbólico que Miyazaki patentó para hablar del doloroso proceso del paso a la adultez.
Lo interesante de esta comedia dramática autoconciente de su naturaleza ficticia, es que la invasión no es sólo un visible enfrentamiento bélico entre fuerzas dispares, sino (sobre todo) una invisible puja ideológica para la imposición de predeterminados paradigmas culturales hegemónicos. Razón por la cual la avanzada conquistadora arremete desde las pantallas controladas por los medios de comunicación masiva. Y el final es una posibilidad abierta a la espera de una decisión colectiva: Unidos o dominados.
Fernando Ariel García
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