jueves, 15 de febrero de 2018

PANTERA NEGRA: JUEGUITO DE TRONOS

Pantera Negra. Director: Ryan Coogler. Protagonistas: Chadwick Boseman (T'Challa / Pantera Negra), Michael B. Jordan (Erik Killmonger), Lupita Nyong'o (Nakia), Danai Gurira (Okoye), Martin Freeman (Everett K. Ross), Letitia Wright (Shuri), Angela Bassett (Ramonda), Forest Whitaker (Zuri) y Andy Serkis (Ulysses Klaue), entre otros. Participación especial de John Kani (T'Chaka), Sebastian Stan (Bucky Barnes) y Stan Lee. Guión: Ryan Coogler y Joe Robert Cole, basado en personajes y situaciones creados por Stan Lee y Jack Kirby, desarrolladas y ampliadas por Don McGregor, Rich Buckler, Billy Graham, Gene Colan, Reginald Hudlin, John Romita Jr., Christopher Priest y Ta-Nehisi Coates, en distintos cómics de Marvel. Banda de sonido: Incluye temas compuestos e interpretados por Kendrick Lamar. Marvel Studios. EE.UU., 2018. Estreno en la Argentina: 15 de febrero de 2018. 


Hacer una película políticamente correctísima parece haber sido el norte del que Marvel no se quiso desviar ni un milímetro. Superhéroe negro, protagonistas principales negros y director-guionista negro. Mayormente ambientada en África y en los barrios negros norteamericanos, hablada por momentos en africano y el resto en un inglés que pone en primer plano el acento africano y la “tonada” negra yanqui. Ropas y colores que remiten al imaginario africano, música que abreva de los ritmos nativos en las escenas tribales y del abecedario sonoro rapero en los momentos urbanos, estos últimos curados por Kendrick Lamar, el rapero más importante del momento y uno de los más influyentes de la historia (según los que saben). 


Pantera Negra (Black Panther) carga con el peso de ser uno de los tanques más potentes de la temporada, además de ser el título que da inicio a los festejos formales de una década de éxitos cinematográficos y económicos para los Estudios Marvel. De ahí, supongo, los pies de plomo con que abordaron la identidad afroamericana, no vaya a ser que alguien se sienta molesto o agraviado. ¿Serán estos los motivos que llevaron a tanta cara seria, tanta solemnidad, tanta pompa grandilocuente, tanto énfasis discursivo –poco narrativo- a la hora de las reivindicaciones tribuneras? No lo sé. Lo que sí sé es que la película me pareció mucho más aburrida, más lenta y más desconectada del Universo Marvel que cualquiera de las últimas entregas de la franquicia. Por momentos, hasta se me hizo una de DC de las de Zack Snyder. 


La historia, un jueguito de tronos más cercano a los fuegos de artificio de George R. R. Martin que a la tragedia shakespereana, maneja ideas muy potentes y socialmente relevantes, como el diálogo entre el linaje y la traición que ¿debe? articular la política; y la responsabilidad ética y moral que ¿le cabe? a un escondido reino superavanzado en relación con sus pares dispersos por el mundo, víctimas de todas las formas posibles del colonialismo y la discriminación. Sin embargo, de ese interesantísimo punto de partida en donde vuelven a enfrentarse las formas de llevar adelante las luchas por los derechos civiles (ecos lejanos de Martin Luther King y Malcolm X, obviamente), más de dos horas después vamos a llegar a una coronación cantada, el blanqueo del accionar antiterrorista de la CIA y a un refrito del cierre de Ant-Man. 


Si se quedan hasta el final, además de presenciar las escenas post-créditos (y el trompazo en la jeta que le pegan a Donald, de lejos lo mejor), se van a enterar de que todas las escenas surcoreanas estuvieron filmadas en Corea del Sur, pero sólo algunas vistas aéreas de África fueron filmadas en Sudáfrica, Zambia y Uganda (de hecho, las cataratas son nuestras Cataratas del Iguazú). El resto de las tomas africanas fueron resueltas en estudios y locaciones de Atlanta, EE.UU. 
Fernando Ariel García


Marvelinks 

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