Las horas más oscuras. Director: Joe Wright. Protagonistas: Gary Oldman (Winston Churchill), Kristin Scott Thomas (Clementine Churchill), Ben Mendelsohn (Rey Jorge VI), Lily James (Elizabeth Layton), Ronald Pickup (Neville Chamberlain) y Stephen Dillane (vizconde Halifax), entre otros. Guión: Anthony McCarten, basado en su libro Darkest Hour: How Churchill Brought England Back from the Brink. Perfect World Pictures / Working Title Films. Reino Unido, 2017. Estreno en la Argentina: 15 de febrero de 2018.
No soy un historiador experto, ni siquiera soy historiador. Así que voy a darle crédito a aquellos profesionales en los que confío. Las horas más oscuras (Darkest Hour) tiene tanto de hecho corroborado como de especulación interesada. Y si bien es una biopic histórica con pretensiones realistas, no deja de ser la recreación ficcional de un momento crucial en la Historia del mundo. Entonces, vamos a intentar verla como lo que es: Cine. Del bueno, dicho sea de paso.
La foto sobre la que se posa el director Joe Wright a la hora de desplegar su vuelo narrativo es clave. Estamos en mayo de 1940, los nazis se comen Europa sin que nadie pueda ponerles freno; y en Londres, el primer ministro Neville Chamberlain se ve forzado a dimitir. Con el continente en llamas, la frágil tregua entre los partidos Conservador y Laborista se firma con un frágil acuerdo sostenido (habrá que ver si momentánea o definitivamente) por el Rey: Winston Churchill deberá hacerse cargo de los destinos de la isla cuando las papas queman. Y lo que hay que decidir es si se firma un acuerdo de paz con Hitler o si se va a la guerra contra el Tercer Reich.
Lo más interesante del filme es que, si bien el hálito bélico está permanentemente presente, las escaramuzas se definen bastante lejos de las trincheras y los campos donde los soldados caen como moscas. La verdadera guerra, aquí, es de estricto orden político. Entre partidos y (sobre todo) entre miembros del mismo partido, las zancadillas y los intereses espurios corren como agua. Mientras tanto, los malos bombardean todo lo bombardeable y los supuestos buenos se la pasan manipulando la información, engañando deliberadamente a los ciudadanos de su país. Pero claro, ninguno de los protagonistas vio The Post, con lo cual esa conducta aberrante termina siendo justificada como una “necesidad” de los tiempos. Y a comérsela con flema inglesa.
Las horas más oscuras está hecha con el diario del lunes, obvio. Y con toneladas bibliográficas que nos aseguran que ese maleducado fracasado que empieza la película es el estadista inconmensurable que la termina. Y gracias a la titánica labor de Gary Oldman, todos los Winston Churchill posibles (y creíbles) entran en el Winston Churchill que corporiza con precisión, maestría y fineza milimétrica. Es el hombre justo en el momento indicado. Tanto que, sin él a bordo del barco, esta película hubiera sido cualquier otra cosa menos lo que es: Cine. Del bueno, dicho sea de paso.
Fernando Ariel García
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