miércoles, 26 de marzo de 2014

TINKER BELL. HADAS Y PIRATAS: EL ABURGUESAMIENTO TEMPRANO DE LA REBELDÍA

TinkerBell: Hadas y piratas. Directora: Peggy Holmes. Protagonistas (versión original): Mae Whitman (Tinker Bell), Christina Hendricks (Zarina), Tom Hiddleston (James), Lucy Liu (Silvermist), Raven-Symoné (Iridessa), Megan Hilty (Rosetta), Pamela Adlon (Vidia), Angela Bartys (Fawn), Jeff Bennett (Clank, Smee), Rob Paulsen (Bobble) y Anjelica Huston (Reina Clarion), entre otros. Protagonistas (versión traducida): Chrystine Bird (Tinker Bell), Valentina Souza (Zarina), Óscar Flores (James), Mireya Mendoza (Silvermist), Leyla Rangel (Iridessa), Romina Marroquín Payró (Rosetta), Carla Medina (Vidia), Karla Falcón (Fawn), Julio César Palomera (Clank), Ramón Bazet (Bobble), Gabriela Michel (Reina Clarion) y Antonio Miguel (Smee), entre otros. Guionistas: Jeffrey M. Howard y Kate Kondell, basado en personajes y situaciones creados por J.M. Barrie. Canción: Who I Am, interpretada por Natasha Bedingfield. Disney. EE.UU., 2014.

No se puede evitar lo inevitable. A lo sumo, con mucho esfuerzo, se podrá retrasar su cumplimiento. Y eso fue lo que pasó, lo que vine haciendo desde que se estrenó en los cines porteños Tinker Bell: Hadas y piratas (The Pirate Fairy, 2014), nuevo opus disneyano dedicado a Campanita (dejémonos de joder con el anglicismo estúpido –por más original que sea- de llamarla Tinker Bell) tras la infumable El secreto de las hadas. Pero mi hija de seis años pudo más y aquí estoy, viendo la película que dentro de un año, gracias a la magia del DVD, estaré sufriendo una y otra vez, incluso en el mismo día.

Zarina, hada y pirata

A esta altura de los acontecimientos es una obviedad señalar que el filme chorrea corrección política en cada fotograma; y que se asume como entretenimiento para toda la familia, siempre y cuando la familia comparta los mismos valores conservadores priorizados por la empresa del Tío Walt. Queda para los padres en desacuerdo, como siempre (y está bien que así sea), el establecer los mecanismos y las pautas para ir concientizando a sus hijos sobre las diferencias entre los modelos reales y los representados por la fábula animada.


Además de directora (Peggy Holmes), Hadas y piratas y El secreto de las hadas comparten el mismo mandato subyacente: El aburguesamiento temprano de la rebeldía. La sumisión a lo establecido. La aceptación del rol predeterminado como si se tratara de una verdad revelada e inamovible. La renuncia a los sueños. En la película pasada le tocó a Campanita aprender la lección; y en ésta (cruel destino) le toca impartirla. La descarriada que descubrirá los beneficios del confort no contestatario se llama Zarina (en inglés, con la voz de Christina Mad Men Hendricks), hadita metida a pirata con ínfulas de Jack Sparrow femenina que, de verdad, no le duraría ni medio round a Yolanda, la hija del Corsario Negro.


Para los más chicos, Hadas y piratas funciona. La pasan muy bien, se ríen (mucho) y el metraje acotado es el justo y necesario para atraparles la atención con chistes tontos, previsibles y una vuelta de tuerca anticipada desde hace años. Para mí, en mi rol de acompañante mayor, la película carece de atractivos, se hace aburrida porque no cuesta nada adivinar el final aún antes de que empiece; y el metraje acotado se vuelve eterno, insalvable hasta por las ligazones con el Peter Pan original que se gritan a los cuatro vientos, no sea cosa de que uno tenga que recurrir al intelecto para entender adónde apunta la precuela en el caso del Capitán Garfio (con la voz original de Tom Hiddleston, el Loki de la saga marveliana de Thor y Los Vengadores).

James, el futuro Capitán Garfio

Pesada con intenciones de ligereza, como el barco pirata que levanta vuelo en la pantalla, esta nueva entrega de la franquicia fílmica de las hadas no pasa de una estandarización marketinera de la imaginación, de la industrialización técnica de la magia. Ha perdido el rumbo a la Tierra de la Fantasía; y sólo le queda añorar, desde una ventana desvencijada de Londres, los fulgurantes brillos de aquella segunda estrella a la derecha.
Fernando Ariel García

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