martes, 19 de noviembre de 2013

THOR. UN MUNDO OSCURO: LA JUSTA MEDIDA

Thor: Un mundo oscuro. Director: Alan Taylor. Protagonistas: Chris Hemsworth (Thor), Natalie Portman (Jane Foster), Tom Hiddleston (Loki), Anthonny Hopkins (Odín), Jaimie Alexander (Sif), Christopher Eccleston (Malekith), Idris Elba (Heimdall), Ray Stevenson (Volstagg), Zachary Levi (Fandral), Tadanobu Asano (Hogun), Rene Russo (Frigga) y Adewale Akinnuoye-Agbaje (Algrim el Fuerte/Kurse), entre otros. Participación especial de Chris Evans (Capitán América), Benicio del Toro (El Coleccionista) y Stan Lee. Guionistas: Christopher Yost, Christopher Markus, Stephen McFeely, Don Payne y Robert Rodat, basado en personajes y situaciones del cómic Marvel, con especial referencias a las sagas firmadas por Stan Lee, Jack Kirby y Walt Simonson. Marvel Studios. EE.UU., 2013.

Cinco años. Siete películas. Una serie de TV. Sin temor a equivocarnos, podemos afirmar que esta Thor: Un mundo oscuro (Thor: The Dark World, 2013) es la síntesis perfecta de una espectacular concepción visual, la destilación mejorada de un esilo narrativo, la capitalización concreta de todo lo aprendido en este largo recorrido. Equilibrada mezcla de acción, romance y comedia ligera, la secuela de Thor (y, en gran parte, de Los Vengadores) cumple como compartimento estanco y dignifica como octavo engranaje del Universo Marvel cinematográfico.


Autoasumiendo sus puntos más flojos como parte indisoluble del todo, Un mundo oscuro juega permanentemente a dos bandas: La escala faraónica del entretenimiento de género, imprescindiblemente global y ambiciosamente multimillonario; y la introspección intimista apoyada en el desarrollo de personajes fuertes y diálogos que permitan su lucimiento (y el lucimiento de los actores que los interpretan, obvio). En el primero de los rubros, el filme dirigido por Alan Taylor hace rendir las posibilidades tecnológicas a su alcance, aunque no pueda evitar el rápido acostumbramiento del ojo ante la imaginería gráfica desplegada. Y en el segundo de los casos, se beneficia con la presencia de Tom Hiddleston, cuyo Loki hace crecer la película a golpes de ambigüedad moral incontenible.


Recargada de personajes (algunos bastante desaprovechados), la nueva aventura del Dios del Trueno se nutre de la mitología nórdica y de la mitología marvelita por igual, intercalando batallas grandilocuentes con secuencias que van desgranando (e hilvanando) las relaciones interpersonales entre Thor (Chris Hemsworth) y Jane Foster (Natalie Portman), entre Thor y Sif (Jaimie Alexander), entre Thor y Odín (Anthonny Hopkins); y entre Thor y Loki. En el mientras tanto, la historia (bastante pobretona) se enreda con el ancestral enfrentamiento entre los asgardianos y los elfos oscuros comandados por Malekith, una anómala alineación de los nueve reinos cósmicos y la posibilidad de que se cumpla un catastrófica profecía para el cosmos.


Notable traslación de las características constitutivas de lo que se ha dado en llamar “Estilo Marvel” de los cómics, Thor: Un mundo oscuro combina las intrigas palaciegas shakespereanas con los retruécanos melodramáticos de las telenovelas. Y aprovecha, en su justa medida, la sensación de universo cohesivo y en estado de expansión que la franquicia (¿o las franquicias?) ha tomado como indeleble seña de identidad, mediante cameos y escenas post-créditos que adelantan lo que vendrá. Sí, acá también hay que quedarse hasta el final.
Hasta el final, dije. No sean impacientes.
Fenando Ariel García 

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