Más de 400 días sin Gobierno. Y no estamos hablando de Irak, sino de Bélgica, país considerado como modelo de integración gracias a los ejemplares acuerdos mantenidos entre la comunidad flamenca del norte y los francófonos del sur. Aunque económica y financieramente el país parezca estar lejos de los ejemplos griegos y españoles, la crisis política existe; y es lo suficientemente grave como para poner en peligro la unidad nacional. Están en discusión la división del distrito electoral especial de Bruselas, histórico pedido flamenco que podría hacer perder privilegios lingüísticos a la periferia francófona de la capital (en un país que reconoce tres lenguas oficiales: Francés, neerlandés y alemán); y una reforma del Estado que brinde mayores poderes y capacidad de decisión a las regiones, sobre todo en lo referente a sus autonomías fiscales y financieras. “Nuestra situación actual es causa de inquietud en nuestros socios y podría dañar nuestra posición en Europa”, declaró el rey belga Alberto II la semana pasada.
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viernes, 29 de julio de 2011
SPIROU AL RESCATE DE BELGICA
Grave crisis política. Enfrentamientos norte-sur por los derechos políticos y lingüísticos de los ciudadanos. Digamos que, si bien Bélgica ha conocido días peores, también los ha conocido mejores. E intentando aportar su grano de arena a la resolución de los conflictos, que ya suman más de 400 días sin Gobierno elegido en las urnas, la editorial Dupuis editó un ejemplar especial del semanario de historietas Le Journal de Spirou, el Nº 3.823, apropiadamente titulado Salven a Bélgica.
Intentando aportar su granito de arena, el semanario de historietas Le Journal de Spirou publicó una edición especial, titulada Salven a Bélgica, el pasado 21 de julio, día de la fiesta nacional del país. “Soy un ciudadano belga de Bruselas -confió Frédéric Niffle, redactor en jefe de la revista, a Libération-. Hace más de un año que el tema está en los titulares de los diarios; y me pregunto por qué no ha habido alguna reacción de la ciudadanía. Para mí, este número de Spirou era un deber cívico. Somos un pequeño iceberg en medio de la inmensidad y las cosas que se discuten son completamente ridículas, absurdas, sobre todo en este momento en que a Europa no le está yendo bien. Es sorprendente la respuesta mediática que ha tenido esta iniciativa en el extranjero, en Francia o en Canadá. Para los medios de comunicación, se trata de un conflicto político muy complejo de entender; y ésta es una forma novedosa de abordar el tema. Y para los lectores -tenemos un público familiar, con tantos adultos como niños-, una toma de conciencia. Si se la menciona en el Spirou, es porque la crisis es realmente grave”.
En las 52 páginas del especial, conviven los trabajos de Trondheim, Bouvard, Velhman, Clark y Nix, entre otros autores que abordan la defensa de la unidad del país en historias cortas y chistes sueltos. “En esta edición tenemos tres voces -sostuvo Niffle-. Tres tipos de humor que reflejan bien la personalidad de las diferentes culturas. Los dibujantes franceses tienen una mirada mucho más caricaturesca, incluso más inmadura. Los valones echan una mirada burlona y crítica sobre ellos mismos, como las en las páginas de Le fin des Belges de Clarcke. Y los flamencos se muestran más influidos por el inglés, abordando el absurdo y el non sense”.
Página de Le fin des Belges
Entre las soluciones que propone Le Journal de Spirou está la relocalización de todos los ciudadanos belgas, el verter una poción amorosa en las aguas del país, el llamar a un exorcista y a todos los superhéroes que puedan acercarse, eliminar los idiomas y hasta encarcelar a todo aquel ciudadano que se niegue a asumir el cargo de Primer Ministro. “Somos una revista de humor -afirmó Niffle-, no nos pidan propuestas realistas. Bélgica es una frontera entre el lado latino y el lado germano, por ello Bruselas es una especie de Babel. Es un buen modelo. Salvar a Bélgica es salvar a Europa”.
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