martes, 10 de mayo de 2011

CERRADO POR DUELO

IN MEMORIAM: CARLOS TRILLO (1943-2011)



Ayer me levanté raro. Me desperté temprano, demasiado temprano. Hasta para el jet lag que ya me había dejado medio inconsciente en Nápoles. Estaba en Roma, preparandome para la presentación del libro Memorie dell'Etternauta, viviendo uno de los mejores momentos profesionales de mi vida (si no el mejor), intercalado bastante armoniosamente con las vacaciones en familia que tanto había esperado. El día no anduvo bien. Muchas molestias. Mínimas, de esas a las que suelo no darle demasiada importancia. Pero ayer sí, le di más importancia de la que merecían. Si hasta discutí con mi esposa; y de alguna manera hasta maltraté a mi hija.

Al llegar por la noche al hotel, tomé consciencia de lo que mi cuerpo había estado tratando de decirme durante toda la jornada. Al ver los mails, el primero de la lista decía Se murió Carlos Trillo. Una trompada en el medio de la cara. Una patada en los huevos. Nunca me pasó por la cabeza que pudiera ser una broma. Carlos Trillo, Carlos, el hombre que me abrió más de una puerta en esta industria, el guionista al que admiro y respeto, el amigo al que quiero, se fue. Para siempre. Y me dicen que estaba en Londres, de paseo con su esposa. Y que comió algo y se sintió mal. Que fue a un hospital y ya no se despertó.

No lo puedo creer. Es más, no lo quiero creer. Estoy tipeando esta entrada rabiosa, con la calentura que quisiera pasarle a su cuerpo ya frío, con una parte mínima de la humanidad que él supo retratar como nadie, con los recuerdos que se arremolinan en el centro del pecho, mirando la pantalla de computadora de este lobby de hotel en Roma que él me recomendó, porque era el hotel al que venía cuando estaba por aquí.

Y ya sé como va a seguir todo esto. Qué van (vamos) a decir. Que nos queda su obra, que es enorme y eterna como su sonrisa de buen tipo.

Pero no me alcanza. Hoy no. Hoy no quiero su obra. Lo quiero a él.

A él.



Rep, en Página 12 del 10 de mayo




Jim, Jam y el otro, de Max Aguirre, en La Nación del 10 de mayo




Claudio Kappel, en La Prensa del 10 de mayo




Guido y Flia., de Maicas, en La Prensa del 10 de mayo




Zebita, de J.J. Rovella, en La Prensa del 10 de mayo




Rep, en Página 12 del 11 de mayo




Rep, en Página 12 del 12 de mayo




Rep, en su blog, el 13 de mayo




Horacio Altuna, en Radar (suplemento cultural de Página 12) del 15 de mayo




Peni, en Radar (suplemento cultural de Página 12) del 15 de mayo




Gustavo Sala, en Radar (suplemento cultural de Página 12) del 15 de mayo




Horacio Domingues, en Radar (suplemento cultural de Página 12) del 15 de mayo




Mandrafina, en Radar (suplemento cultural de Página 12) del 15 de mayo




Eduardo Risso, en Radar (suplemento cultural de Página 12) del 15 de mayo




Lucas Varela, en Radar (suplemento cultural de Página 12) del 15 de mayo




Jordi Bernet, en Radar (suplemento cultural de Página 12) del 15 de mayo




Pablo Tunica, en Radar (suplemento cultural de Página 12) del 15 de mayo




Daniel Paz, en Radar (suplemento cultural de Página 12) del 15 de mayo

3 comentarios:

  1. ¡Qué pérdida! Irreparable. Inolvidable.
    Me emocionó mucho tu texto.
    Un abrazo

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  2. Hola Fernando, un mundo sin Trillo es un mundo de globitos vacíos, sin textos. Hermosas tus palabras, me emocionaron.
    Un abrazo grande, Cesar.-
    PD: no sabía que estabas de viaje (te envíamos un mail por otro tema, ya nos dirás).

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  3. Esto es una mierda!Es injusta la pérdida de Carlos!

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