Nadie: El misterio de Fu
Manchú (Colección Lo mejor de… Nº 4). Guion: Carlos Trillo. Dibujo: Alberto
Breccia. Portada: Alberto Breccia. Prólogo y notas: Claudio Díaz, Javier Doeyo.
Doedytores. Argentina, agosto de 2020.
De pibe y hasta entrada la
adolescencia, una de las cosas que más me gustaba de revolver las polvorientas librerías
de viejo, era toparme sorpresivamente con cualquier volumen de la insustituible
Serie Amarilla de la Editorial Tor. Se trataba de una colección de bolsillo
dedicada a las novelas policiales clásicas, muy mal impresas, en papel de bajísima
calidad y con una letra más que diminuta. Pero qué placer me generaba el abrir
esas portadas enmarcadas por una guarda amarilla. Entre sus páginas descubrí al
Sherlock Holmes de Conan Doyle, al Fantasma de la Opera de Gaston Leroux, al
Arsenio Lupin de Maurice Leblanc y, por supuesto, al Fu Manchú de Sax Rohmer.
El mismo asombro, la misma intriga, la misma entrega, volvieron a recorrer mi cuerpo cuando tuve entre las manos este
Nadie: El misterio de Fu Manchú, tomo recopilatorio de la serie que Carlos Trillo
y Alberto Breccia serializaran en la Tit-Bits de Record entre 1977 y 1978, con
el agregado de un final inédito re-escrito por Trillo en 2008 sobre los dibujos
modelo ’78 del Viejo. No es una historieta con muchas pretensiones y nunca lo
fue, ya que nació como un “respiro comercial entre Daneri y Buscavidas”, según
el guionista. Pero si te gusta el pulp como a mí, es un viaje trepidante hacia
la aventura internacional, el espionaje, la novela negra y el thriller
terrorífico. Una pequeña obra maestra, autoconsciente de su naturaleza
episódica y reiterativa. Lo que hoy podríamos definir como metafolletín, con
cabos sueltos que no se cierran nunca y que no importa que queden abiertos de
par en par.
Nadie es un agente secreto
británico, tan secreto que no lo conoce ni el propio Gobierno. 50% Bond y 50%
Kojak, responde al jefe de una oficina de contraespionaje, encargándose de los
trabajos sucios que son necesarios realizar para mantener las apariencias
limpias. Es el mejor entre los mejores, una máquina preparada para hacer lo que
haya que hacer sin perder la flema inglesa. Habla el lenguaje de las lealtades
y las traiciones, se maneja como pez en el agua en el suburbio londinense y en
el escenario internacional. No le tiembla el pulso.
Al igual que su
protagonista, la trama es lineal y directa, sin medias tintas ni subterfugios. Va
a los bifes desde el principio, cabalgando en ese indefinido interregno temporal
que fluctúa entre el final de la noche y el inicio del día, entre los titulares
de los diarios y la exageración mítica. Los primeros episodios definen el tono
que va a mantener y exprimir la saga: Noctámbulo, oscuro, melancólico, trágico,
denso, agridulce. Se habla de cuestiones de seguridad que ponen en riesgo la
continuidad del Reino Unido, pero la verdadera amenaza viene dada por la recuperada
figura del Fu Manchú literario que leyó Breccia en los viejos libros de la
Editorial Tor. Encarnación pura del Mal, que el genio de Trillo mantiene como símbolo
del arcaico Peligro Amarillo reconvertido en sinónimo de la Pesadilla Nuclear que
se tiende sobre el mundo bipolar de la Guerra Fría. Como corresponde a un pulp
desaforado, Nadie deberá derrotar a Fu Manchú si quiere garantizar el futuro de
la humanidad y poner a salvo el patrimonio más importante de su propio pasado:
El amor de una mujer. Tremendo. Para alcanzar la perfección, a este libro sólo
le falta una gurda amarilla en la portada.
Fernando Ariel García