Alícia y el Alcalde. Director:
Nicolas Pariser. Protagonistas: Fabrice Luchini, Anaïs Demoustier, Nora Hamzawi,
Maud Wyler y Thomas Chabrol, entre otros. Guionista: Nicolas Pariser. Francia /
Bélgica, 2019. Bizibi Productions / Arte France Cinéma / Scope Pictures / Auvergne-Rhône-Alpes
Cinéma / Les Films du 10 / Canal + / Ciné + / ARTE France. Estreno en la
Argentina: 30 de junio de 2022.
Estamos en el sur de Francia.
Más exactamente, en Lyon, la tercera ciudad más poblada del país. La urbe que
supo ser bastión de la Resistencia a los nazis durante la Segunda Guerra
Mundial, hace rato se ha reconvertido en moderno enclave comercial y
financiero, hogar de un par de las principales grandes écoles de la Galia y dueña
de un patrimonio histórico, cultural, gastronómico y arquitectónico sin igual. Se
la ve ordenada y amigable, vivible y disfrutable, asentada en un presente
estable y con vistas a un futuro promisorio.
Quién no está así es su
alcalde, Paul Théraneau (un inmejorable Fabrice Luchini, como siempre), que se
encuentra atravesando una crisis personal de proporciones inconmensurables. Se
siente vacío de ideas, desmotivado hasta la médula, estancado en un temible punto
muerto. Justo cuando la gestión le demanda visibilidad y movimiento; y su
partido (socialista) le exige definiciones en cuanto a su posible futura
candidatura presidencial.
El problema es que Théraneau
se ha dado cuenta de que encarna uno de los signos políticos de estos tiempos. El encapsulamiento
creciente de las dirigencias, abocadas a resolver sus rencillas de palacio en
lugar de los problemas concretos de la calle. La vaguedad líquida de los
progresismos, favorecedora del alarmante crecimiento de los extremismos. Y para
intentar encauzar su futuro neblinoso, el alcalde sin ideas tiene una idea:
Contratar a una filósofa como asesora, una outsider total que lo ayude a
re-ingresar en los meandros pasionales de su vocación. Entra en escena la Alícia del título (impecable Anaïs Demoustier); y las cosas van a tomar un giro
impensado.
Más interesante por los
debates que plantea que por la conjugación cinematográfica que plasma, Alícia y
el alcalde (Alice et le maire) pospone los valores narrativos de la imagen para
potenciar los intereses discursivos de la propuesta, que son muchos, sumamente
actuales y claramente urgentes. Porque la crisis personal del alcalde también
puede ser entendida (y abordada) como una metáfora de la actual crisis planetaria
de representación política. El divorcio entre los políticos y los ciudadanos.
La distancia sideral que se sigue abriendo entre las agendas gubernamentales y
las necesidades reales de la población. Como
si la moderna praxis política, violentamente resumida en la lucha por el poder,
se estuviera convirtiendo en el verdugo de las democracias. Y de ese desencanto
sembrado entre las gentes de a pie, germinaran las tóxicas radicalizaciones que
el film define como derechas y populismos.
La salida de esta
encrucijada política, la película lo tiene claro, viene de la mano de la
Política, entendida como herramienta de profunda transformación social. El
problema; y la película también lo tiene claro, está en algunos de los políticos
(y en algunas prácticas partidarias) a cargo de la administración de la cosa
pública.
Fernando Ariel García