El llamado salvaje. Director: Chris Sanders. Protagonistas: Harrison Ford (John Thornton), Dan Stevens (Hal), Omar Sy (Perrault), Karen Gillan (Mercedes), Bradley Whitford (Juez Miller), Colin Woodell (Charles), Cara Gee (Françoise) y Scott MacDonald (Dawson). Con Terry Notary como modelo real para la intervención digital sobre el movimiento y las expresiones del perro Buck. Guion: Michael Green, basado en el libro El llamado de lo salvaje (1903), de Jack London. 20th Century Studios / 3 Arts Entertainment. EE.UU., 2020. Estreno en la Argentina: 27 de febrero de 2020.
De la cálida y confortable California a los fríos y desolados paisajes del Yukón. De los mimos y atenciones de la señorial mansión en Santa Clara a las exigencias extremas del Klondike. De una vida acomodada en la gran ciudad a la lucha por la supervivencia en plena fiebre del oro del siglo XIX. Este es el viaje que emprenderá Buck, un enorme perro cruza de San Bernardo y Scotch Collie, que le implicará dejar atrás su pátina civilizatoria para abrazar la naturaleza ancestral de su raza. Que, no casualmente, es la del lobo antes de ser domesticado por el hombre.
Basada en la más famosa novela de Jack London, El llamado salvaje (The Call of the Wild) prioriza el perfil juvenil que históricamente ha quedado asociado a El llamado de lo salvaje / El llamado de la selva, gracias al protagonismo animal de la trama. La decisión argumental, por lo tanto, termina licuando las aristas más oscuras y aquellas secuencias de extrema crueldad y violencia del original, injertando pasos de comicidad física destinados a generar las risas de la platea menuda.
Si bien aborda la tensión existente entre el instinto y su mediación cultural, entre la naturaleza y los límites de la intervención humana, entre la barbarie y la civilización; el resultado final está bastante lejos de la búsqueda existencialista planteada por London. Reconvertida en hollywoodense aventura infanto-juvenil, la película de Chris Sanders cumple (con creces) los deberes del moderno entretenimiento melodramático, con el foco puesto en la superación personal del buscavidas John Thornton (un efectivo Harrison Ford) y del perro Buck (fusión real y virtual entre el animal y el eximio Terry Notary, ex artista del Cirque du Soleil y uno de los principales coreógrafos de movimiento que reconoce la industria).
Cosa curiosa. A pesar de su ritmo justo y su imaginería visual despampanante, la película no alcanza a cumplir con la máxima que pregona. Planteando indiscutibles valores morales desde la coyuntura de un manual de autoayuda, la cosmogonía que despliega sólo sirve para instalar con más fuerza la supremacía de las formas por sobre los contenidos. Como si el llamado de lo salvaje nos instara a someter nuestra identidad a los mandatos de la corrección política imperante en nuestros tiempos. Creo que London hablaba de otra cosa.
Fernando Ariel García